148073
L7 — Scatter The Rats

7

L7
Scatter The Rats

Blackheart Records / 2019

Artista(s)

L7

21/May/2019

“Cariño, no tienes que twerkear. Puedes crecer para ser doctor, o L7”, Donita Sparks.

En la historia de la música, los 90 quizá sean recordados como la época en que la figura femenina tomó por asalto los escenarios para mostrarle al mundo –desde un lado salvaje– que las mujeres también podían colgarse una guitarra para exorcizar su rabia y conjurar al poderoso instinto que nace de la crudeza.

Sí, es cierto, el punk ya había iniciado el motín, pero en su caldo de cultivo nació una generación de féminas amantes también del metal y el noise, una generación que –aunque no fuera abiertamente política, a través del escenario y los estereotipos que lograron romper al pisarlo– le dejó en claro muchas chicas que las cosas podían ser diferentes.

En la vanguardia de toda esta agitación siempre estuvo el cuarteto californiano conocido como L7, un pandemónium de estrógeno que –aunque no hayan logrado la trascendencia mediática de otros grandes nombres como Nirvana– marcó un hito indeleble en la era del grunge.

En el 85, Donita Sparks y Suzi Gardner encontraron afinidad en su obsesión con el sonido de bandas como Motörhead, Black Sabbath y The Ramones, así que –armadas de un par de guitarras– reclutaron a Jennifer Finch (mención especial por ser una de las bajistas más aguerridas que se haya visto) y Dee Plakas en la batería, para darle vida no solo a una banda, sino a un capitulo indispensable del empoderamiento femenino.

Aunque me encantaría, no es momento aquí para hablar de su historia (si lo desea, favor de consultarL7: Pretend We're Dead documental del 2016); lo que sí es preciso mencionar, es que tras seis discos de estudio, algunos cambios de alineación e infinidad de conciertos memorables alrededor del mundo –busque usted el famoso incidente del tampón o indague en los varios videos caseros que hay en la red–, L7 anunció un alto indefinido en su carrera a principios de los 2000.

Slap-Happy (1999) fue su último material de estudio y aunque la nostalgia las hizo regresar hace un par de años para tourear, fue apenas este mes que el botón de pausa se desactivó oficialmente con Scatter The Rats, su primera producción de larga duración tras 20 años, en donde solo dos sencillos (“Dispatch From Mar-a-Lago” y “I Came Back to Bitch”) calmaron nuestras ansias de su sonido.

Realizado a través de una campaña de crowfounding hecha por PledgeMusic y producido por Norm Block (Jenny Lee, Paper Cranes, Plexi) y Nick Launay (Nick Cave & the Bad Seeds, Yeah Yeah Yeahs) en Los Ángeles; Scatter The Rats es un disco que a través de los 11 temas que lo componen, despliega con destreza esa particular mezcla de metal, pop, punk y garage que hace del sonido de L7 un trazo casi inconfundible.

En su ADN, fuzz y distorsión revisten robustas lineas de guitarra que se cimentan en una base rítmica sólida y precisa, mientras que las voces –que no han logrado escapar del todo al paso del tiempo– saltan indómitas del desenfado sarcástico, al dulzor melódico, entreverándose con el alarido hirsuto.

Mujeres perdiendo los modales, proyectando el lado imperfecto e iracundo que tanto reprimimos/nos reprimen.

Es cierto, Scatter The Rats (editado bajo el sello de la gran Joan Jett, Blackheart Records) tal vez no sea el disco más agresivo en la historia de L7 e incluso algunos pensarán que el nivel de energía pudo haber bajado de tono –¿Posible? Sí, tres décadas de trayectoria no pasan en vano–. Otros podrán decir que no hay nada en él que no haya sido dicho en los 90 y se empeñarán en dejarlo en la clasificación de la mera nostalgia.

Sin embargo, hay algo irrefutable y es el efecto que la crudeza de su sonido nos genera. La crudeza de cuatro mujeres en sus 50 años que continúan refutando todo estereotipo y se atreven a habitar ese espacio sagrado invadido de testosterona. Políticas sin buscarlo, irremediablemente feministas a su manera.

De los 11 tracks sobresalen "Burn Baby" con su síntesis exacta del sonido grunge de los 90: riffs poderosos y sutiles guiños de pop en las voces, solos de confección sencilla y precisa, fuzz desorbitante; "Proto Prototype" y su estructura de sucio punk, en donde las guitarras solidas y rugientes cautivan a la alza en tanto más atención les vas poniendo –las decisiones en torno a las líneas musicales, su producción, el cuerpo hercúleo de su sonido–.

En "Holding Pattern" las revoluciones bajan para entregarnos el momento más intimo del disco, la distorsión da un pasito atrás y la melodía de armonías aniñadas te contagia en tres minutos.

Tan sencillo como suena, y tan complicado como todas las implicaciones hay de por medio, Scatter The Rats, tiene que ver con quitar el botón de pausa y retomar con magistral naturalidad el camino.

Nadie está tras el eslabón perdido y esa falta de pretensión engreída se agradece, sobre todo en una era donde todo el mundo está tan urgido por sobresalir que se olvida de la subversiva e incomoda honestidad que debería formar parte de todo arte.