8
Matador Records / 2018
10/Oct/2018
Tras un año de la brillante colaboración que Kurt Vile realizó con la artista australiana Courtney Barnett, está de vuelta con su séptimo álbum solista titulado Bottle It In. Obra que compuso durante tres años de extensas giras y arduo trabajo, en donde dichas experiencias son utilizadas como inspiración y prueba su gran compromiso con la música. Con apariciones de artistas como Kim Gordon, Mary Lattimore, Cass McCombs bajo la producción de él mismo, el álbum termina por ser una buena adición al repertorio de este gran artista.
Me agrada Kurt Vile. Su música es encantadora y siempre me ha hecho sentir acogido. También me parece un detonante de la clase de nostalgia que te hace sentir introspectivo, o que te sumerge en un estado de catarsis. No te hace sentir melancólico. De hecho, es todo lo contrario y sumándole sus letras que carecen de pretensión alguna que además son familiares en el sentido que fácilmente te puedes identificar con esa clase de pensamientos mundanos retratados de una forma amistosa y muy poética. Es la clase de artista que encuentra belleza a donde quiera que esté observando. Supongo que es una cualidad que todos los practicantes de las bellas artes deben tener, pero no siempre es tan evidente como lo es con Kurt Vile.
Esta es la persona que Vile ha ido construyendo durante toda su carrera como solista y me da gusto saber que para Bottle It In sigue vigente y de hecho cada vez se siente más sólida.
Un placentero y claro ejemplo de esto se encuentra en la canción titulada “Bassackwards”, que, en esencia, es una bella descripción de lo que significa aceptar una exquisita distensión. Por otra parte, encuentra el tema “Loading Zones” que es una carta de amor a su lugar de origen en Filadelfia. Ambas repletas de perfectos retratos de estos sentimientos tan ordinarios.
Por otro lado, "One Trick Ponies" será una de las piezas que más te van a contagiar gracias a la suma de esos fraternales coros creados por varias voces y la repetición melódica a lo largo de esta.
Algo interesante del álbum es como te hace olvidar lo iterativo que puede llegar a ser con diferentes adiciones de sonidos que enriquecen las piezas. Desde el banjo que se puede apreciar en "Come Again", campanas que adornan a "Cold was the wind", arpas que atildan al tema que comparte nombre con el álbum así como la dulce guitarra (ejecutada por Kim Gordon) que se aprecia durante el tema "Mutinies". Todos estos elementos le otorgan personalidad a cada una de estas canciones y las mantienen interesantes.
Del mismo el álbum en general goza de todas estas cualidades, lo cual resulta ser una especie de clásico instantáneo. Es un álbum para refugiarte y sentirte cálido. Es cierto que se puede sentir algo repetitivo, pero no diría que es una experiencia tediosa ni monótona. Su manejo de la guitarra como siempre es absorbente y puedes escuchar a lo largo de esta producción distintivos arreglos que le otorgan a cada tema gran personalidad y energía.
El resultado es una amena escucha que acaricia a géneros como folk y pop con ese toque alternativo generando melodías que se quedarán atrapadas en tu cabeza y probablemente no te sentirás molesto al respecto.
7
Sub Pop Records / 2018
09/Oct/2018
Estamos viviendo tiempos muy extraños, con nuestro planeta en números rojos, una constante amenaza nuclear, decadencia moral y la superpotencia mundial liderada por un loco racista que no cree en el calentamiento global. Este es el futuro que temíamos y parece que nadie se ha dado cuenta, o que prefieren vivir bajo la falsa idea de que estamos bien. Pero la banda de Washington está consciente de lo que está pasando; aunque no puede solucionar el problema, por lo menos lo va a exponer.
Iniciamos con “Nerve Attack”, un track que llama la atención, pues el grupo no se mete en discursos políticos, como había prometido para Digital Garbage. Este más bien parece un agradecimiento a sus fans, con el sonido clásico de la banda y una línea de bajo que te transporta directo a la década de los años noventa.
Es en “Paranoid Core” cuando Mudhoney cumple las expectativas de este disco, plasmando su visión sobre la actualidad. Una de las grandes preguntas que rodeaban este material era cómo la banda iba a expresar su descontento; la respuesta es con imágenes bizarras y satirizando todo el contexto. El racismo, la inmigración y campos de concentración se presentan bajo un sonido proto-punk.
“Please Mr. Gunman” mantiene el estilo, pero aborda un tema más específico: los tiroteos. Ninguno se salva en este track, pues hace referencia a la masacres en la iglesia de Sutherland Springs; las decenas de matanzas en escuelas, e incluso la balacera del club gay de Orlando. La manera tan cruda en la que se habla de estas tragedias podría parecer ofensivo, pero es más ofensivo no hacer o decir nada.
La creatividad de Mudhoney explota en “Kill Yourself Live”, pues no llevan el tema de las redes sociales a otro nivel. No solo hablan de la decadencia moral que puede provocar la búsqueda de la fama, también invita a que la gente se atreva a morir en vivo por unos cuantos likes, para que todos te puedan ver en sus pequeñas pantallas.
Comparado con su predecesor, “Night and Fog” luce como un tema demasiado sencillo, sin dirección, algo que pudo surgir durante un jamming en el estudio. Toda la composición es insustancial, pero que la letra carezca de sentido directo hace que perdamos el ritmo.
“21st Century Pharisees” nos pone de regreso en el camino, pero no devuelve la esencia de los primeros temas de Digital Garbage. La canción tiene un título engañoso, pues no habla de los Fariseos, sino del fariseísmo, que es la hipocresía o falsedad de aquellos que creen en la recompensa eterna. El único problema aquí es que la hipocresía religiosa no es una cuestión única del siglo XXI.
En “Hey Neanderfuck” volvemos a tropezar y de peor manera. En lugar de un discurso político y social, la banda nos entrega un sencillo sin propósito y con falta de coherencia. Es como si hubiera metido todas las ofensas que se les ocurrió en ese momento y las puso en diferentes versos. Mudhoney perdió el objetivo por completo.
Para “Prosperity Gospel” ya está perdido el sentimiento, uno se desencanta con facilidad. Sin embargo, ya hay mejores intenciones. Tenemos un track abrasivo, dinámico y que critica a una sociedad que solo se preocupa por cumular fortunas.
A primera vista los últimos temas: “Messiah's Lament” y “Next Mass Extinction”, prometen mucho. El título y los versos iniciales pueden avivar el interés de cualquiera, pero solo tenemos eso. La canción se vuelve repetitiva e incongruente. El disco de Mudhoney, en lo colectivo, ya es un fracaso, pero todavía se salva en lo individual.
Es muy común que en un álbum tan deliberado se pierda la idea original, pues pueden haber muchos factores detrás: apuraciones, falta de presupuesto, presiones o ansiedad por terminar. Pero Mudhoney, con este disco tan especial, tuvo que tomarse su tiempo o hacer algo conceptual. Sin duda, aquí hay un par de éxitos que le vendrán bien a la banda, pero desperdiciaron una gran idea.
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