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True Panther Sounds / 2017
Un artista por más que se esfuerce en crear algo nuevo, siempre estará predispuesto a jugar con los límites del género sobre el que construye. Sin embargo, en ocasiones una mente creativa logra rasgar ciertos tejidos, liberando una bestia al mundo. Archy Ivan Marshall, o mejor conocido por su nombre artístico King Krule, es un modesto genio que ha logrado romper su realidad como músico.
Este joven inglés con una corta carrera, concibió un estilo propio que es difícil describir. Resultaría ocioso crear un subgénero para él, pero su música evoca el jazz de Frank Sinatra y Louis Armstrong, con una radical y la vez sutil mezcla de punk, tri hop y rap. Después de su opera prima 6 Feet Beneath the Moon (2013) y su disco alterno A New Place 2 Drown (2015) –el cuál produjo con su hermano mayor–, ahora regresa para deleitarnos una vez más con The OOZ (2017).
Es imposible escuchar a Krule sin que algo se retuerza dentro de uno. El rango de emociones por el que uno pasa va desde una vaga nostalgia, la clara felicidad o la plena tristeza, y todo en cuestión de segundos. Para los que se inicien con este disco, les quedará claro este poder singular de Krule desde “The Locomotive”, con unos versos que paciera que vamos a bordo de un tren por el que atravesamos una montaña para después salir a una pradera. Esta canción tiene una suave progresión a “Dum Surfer”, en donde Marshall se divierte haciéndose el mismo coros y dando unos riffs que nos iluminan el alma.
El recorrido del álbum es sumamente suave, con algunas piezas que son prácticamente intermezzos instrumentales, como “Sublunary”, “Cadet Limbo”, “The Cadet Leaps” y “La Lune”. Son pequeños respiros que nos invitan a subir a la cálida superficie para descansar, antes de volvernos a zambullirnos a turbias aguas.
En ocasiones, el disco podría llegar a ser monótono debido a que Marshall solo canta en graves con poca variación en sus tonos. Sin embargo, consciente de eso juega con los ritmos como en la frenética “Vidual” o con una batería y bajo a sincopados en “Half Man Half Shark”, además de realizar diferentes efectos vocales. Es importante resaltar que Marshall funge como productor de sus obras y además es multiinstrumentalista, por lo que conoce perfectamente sus limitaciones. Precisamente, otra de las magias de Krule es que a veces con sumamente poco logra crear texturas complejas y sofisticadas.
Ya hacia el final tenemos la homónima “The Ooz”, que se asemeja a una canción de cuna en la que Marshall nos arropa con suaves acordes y distorsiones, en una melodía que gradualmente va subiendo de intensidad.
Definitivamente, King Krule logra trascender más allá de un simple músico para convertirse en un verdadero artista. Su música es altamente recomendable, incluso para aquellos que no les gusten estos géneros que combina, ya que destila pura calidad.
Sus canciones por lo general requieren de escucharlas varias veces para apreciarlas por completo. Con este nuevo lanzamiento, nada más nos queda anhelar que tengamos la oportunidad de disfrutarlo en vivo próximamente en nuestro país, en donde seguro derramaremos alguna que otra lágrima sobre varias sonrisas que se pintarán en nuestro rostro.