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Dead Oceans / 2020
Este trío que muchos han clasificado como instrumental e incluso psicodélico nos ha compartido su tercer álbum de estudio, mismo que te incita a cerrar los ojos y a viajar muy lejos — una opción perfecta, durante el encierro—.
Laura Lee, Mark Speer y Donald “DJ” Johnson nos sorprenden una vez más. Ya nos habían conquistado con The Universe Smiles Upon You (2015), posteriormente con Con todo el mundo (2017) y con Hasta el cielo (2019) pero, en este álbum, se nota claramente como su sonido ya no refiere a algún otro género en particular, sino, puramente al estilo de Khruangbin.
Con 10 canciones y 44 minutos nos transportan a lugares que no habíamos percibido, si estás por escucharlo por primera vez, recomiendo que te pongas cómodo, te pongas tus audífonos y le pongas play. Te recibirá “First Class” con unas notas suaves, un coro sutil y un bajo — que es parte clave de la banda, en la compañía de Laura Lee— que le dará un masaje a tu cerebro y un apapacho a tu corazón.
Después del primer tema, ya no estás en el mismo lugar en el que comenzaste, la música ya te llevó hacia otra dirección y cuando llega “Time (You and I)” regresas en el tiempo, lo que le hace justicia al nombre de la banda. En tailandés significa “motor volador”.
— Si entras aquí podrás seguir distintos pasos y te darán un playlist para viajar —.
Siguiendo con el disco Mordechai de Khruangbin, la canción que llega a continuación es “Connaissais de Face” y esa es otra de las cosas bonitas de esta agrupación, las fronteras no significan nada para ellos, juegan con distintos idiomas y lenguajes sonoros.
“Father Bird, Mother Bird” es el track número 4 de este álbum y déjame decirte, que la guitarra es de las cosas más relajantes, que has escuchado y disfrutado en días, mover la cabeza te será inevitable. Otra cosa curiosa de esta banda y de sus discos, es que a pesar de ser muy similares entre sí todas y cada una de ellas son muy independientes.
“If There is No Question” también nos deja claro que meter voces les está gustando cada vez más, ya no son 100%, “instrumentales”, se están arriesgando y están transformando su manera de hacer música.
La cereza en el pastel en este disco viene en “Pelota”, hay voces (ahora en español), tiene mucha influencia de los ritmos latinos, tiene tintes de flamenco y guitarra española; además de una fuerza que la convierte en una de los temas más brillantes de este álbum.
Posteriormente, el ritmo te lleva a otro sitio con “One to Remember”, volvemos a la canción instrumental, con la guitarra como protagonista y el bajo y las percusiones te llevarán a mover el pie al ritmo de la música.
Mordechai, continua y llega al “inicio del fin” con “Dearest Alfred” y “So We Won't Forget” y nos dejan muy claro que el sonido de Khruangbin está más que definido, además, rompen con muchos estereotipos sobre la música texana — los oriundos de Houston, demuestran que para la música no existen fronteras—.
Este disco termina con “Shida” y hay otro punto que queda muy claro al escucharlo completo, no se pueden encasillar en un género definido e invariablemente me llevan a pensar que el próximo disco que venga, será aún mejor. Pero por lo pronto, regresa al inicio, ponte tus audífonos, cierra los ojos y viaja otra vez. Ponle Play.