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Dead Oceans / 2020
El cantautor, Kevin Morby, a lo largo de su carrera musical se ha caracterizado por escribir canciones de amor sobre lugares. En el álbum Singing Saw, habla de Los Ángeles; Harlem River y City Music relatan una oda a Nueva York. Recientemente, soltó su producción discográfica titulada, Sundowner, como locación, Kansas City, donde se estableció después de una ruptura amorosa, intentando ambiciosamente transmitir la vasta apertura de la América Central en su sonido.
Las canciones en Sundowner comenzaron como un medio para rellenar su tiempo, y así, reflejar el sol que definió los días de grabación de Morby en su cobertizo. El cantante llama a este disco de folk indie con tintes de country rock su “intento de poner sonido a una fatigosa melancolía en el crepúsculo”.
Con 10 canciones en su haber, la entrada es de “Valley”. Habla de las personas que viven debajo de él, que fingen “no conocerlo”, con un conjunto de poderosas guitarras. Más tarde, en la pista “Sundowner”, hace una referencia a una “melancolía mutua”. "Campfire", con voz baja de Katie Crutchfield, se siente como una constelación de tres canciones envueltas en una.
Le sigue “Brother, Sister”, sencillo que pertenece a una vieja película del Oeste, con tambores que retumban como truenos y un chillido al final. Si bien su afición por todo lo retro suele ser convincente, lo recrea con tanto esmero, que tiende a ser molesto; mientras que “Velvet Highway”, es un track totalmente instrumental, llena de piano y ritmos muy similares a “Don't Underestimate Midwest American Sun” y “A Night At The Little Los Angeles”.
Hacia el final del disco, la música comienza a fusionarse en algo que vale la pena. “Wander” y “Jamie” siguen los patrones repetitivos de la batería casi programada, aunque la segunda se salva un poco, ya que se centra en el relato de Morby sobre la muerte temprana del personaje principal. “Provisions”, es un tanto predecible, comienza con voz solitaria, haciendo eco hasta que el piano y el órgano le dan la sustancia perfecta.
Sundowner, ubica una narración de Kevin no solo como la pieza central de sus creaciones, sino como una compensación excesiva. Mucho de lo que ve es mundano, aunque también es un regalo que da como reflexión acerca de que lo cotidiano no siempre es aburrido. En el pasado hemos sido testigos de las alturas a las que puede aspirar su música, pero sin duda, no es el mejor material del artista de indie.