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Kendrick Lamar — Mr. Morale & the Big Steppers

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Kendrick Lamar
Mr. Morale & the Big Steppers

Aftermath Entertainment, Universal Music Group, Interscope Records y Top Dawg Entertainment / 2022

Artista(s)

Kendrick Lamar

Kendrick Lamar y las conversaciones incómodas.

Hay discos que son más difíciles de abordar que otros. Y no sólo por la complejidad artística, estética o discursiva de su contenido; sino también por lo que implican a nivel mediático dentro de la discusión pública, sobre todo cuando esa conversación se genera a partir del mito… La leyenda. ¿Cómo analizar y reflexionar algo que antes de salir ya tiene etiqueta de obra maestra? ¿Cómo cuestionar a alguien que se sitúa más allá del bien y del mal? 

Kendrick Lamar y su nuevo álbum luego de cinco años. Un lapso de tiempo que no ha pasado desapercibido para el mundo y menos para la persona que decidió que sucedieran tantas cosas desde su último trabajo. 1855 días según la cuenta que él mismo llevó y que relata en "United In Grief", el track que abre Mr. Morale & The Big Steppers. 1855 días de lidiar consigo mismo, de tener miedo y sucumbir a los estragos de la presión que acarrea ser el mejor rapero en activo. 

Este álbum sucede bajo dos escenarios particulares: primero, el final del acuerdo de distribución que Kendrick tenía con Top Dawg Entertainment, el sello que él mismo ayudó a crecer y del que incluso llegó a tener acciones; y por otro lado, la pérdida de rumbo en su vida, esa que empezó a relatar en DAMN. y que lo arrastró a un exilio en el norte de Europa durante más de un año. 

De cierto modo, Mr. Morale & The Big Steppers es una mirada íntima hacia esa crisis existencial y las razones que la originaron. Fiel a la pasión narrativa que lo caracteriza, Kung Fu Kenny retoma su relato personal justo donde lo dejó hace 10 años en Good Kid, M.A.A.D City: si en aquél disco hablaba sobre la importancia de volverse una super estrella de la música a pesar haberse enfrentado a un contexto de violencia sistemática y adicciones como puede ser la cotidianeidad en Compton, ahora habla de todos los demonios que nacieron a raíz de ser esa super estrella: gastos desmedidos ("United In Grief"), traumas de la infancia ("Father Time"), problemas familiares ("We Cry Together"), la soledad ("Silent Hill"), sobre exposición mediática ("Savior") y una nueva posición sociopolítica dotada de un privilegio que lo alejan de la empatía que lo caracterizó al inicio ("Worldwide Steppers"). 

Que sea un disco doble no es capricho ni incapacidad para pulir el tracklist. La primera parte –Mr. Morale- sitúa a Kendrick frente a la materialización de todos esos demonios, algunos con rostro humano y otros que lo persiguen como sombras a través de las voces de Sampha, Reifer, Ghostface Killah y Summer Walker. La segunda parte –Big Steppers- arranca con "Count Me Out" y describe el proceso introspectivo de Kendrick. Ya no hay antagonistas ni sombras, es él solo frente al espejo, casi a oscuras y clamando por ayuda.

I CAN’T PLEASE EVERYBODY

En contraste con su transparencia discursiva y la profundidad que emana de esto, Mr. Morale & The Big Steppers entrega la identidad sonora más ‘’amable’’ del repertorio de Kendrick. Lejos de los sampleos y los beats distorsionados de Good Kid, el jazz desenfrenado de To Pimp A Butterfly y untitled, unmastered o de los sintetizadores expansivos de DAMN. ,esta placa goza de un sonido más compacto que interacciona con la dirección creativa del soundtrack de Black Panther: minimalista, que prioriza lo melódico y lo armónico por encima del poder de las bases rítmicas, voces R&B que matizan la líneas de rap puro y hasta puentes ‘’bailables’’. La huella de The Alchemist y Pharrell Williams está en todas partes. 

El trabajo de sampleo es reducido al mínimo pero no por eso es menos relevante: "June" de Florence & The Machine en "We Cry Together", "Break Through" de The Funkees, "Look Up, Look Down" de Soft Touch y "When There Is No Cheese at the Cookout" de Radel Ortiz en "Worldwide Steppers", "You're Not There" de Hoskins 'Ncrowd en "Father Time", "Remember the Rain" de Kadhja Bonet en "Die Hard", "Hypnotized" de River Tiber en "Savior" y poco más.

Y si en algo es infalible Kendrick Lamar es en la selección de colaboradores con los que comparte micrófono en cada disco. Para esta placa no solo rompe la inercia del elenco habitual que últimamente aparece en todos los discos de rap (Jack Harlow, Travis Scott, Young Thug, Lil’ Baby, Future); además aprovecha para introducir a Summer Walker y a Reifer al mainstream, rinde homenaje a una leyenda como Ghostface Killah y todavía se da el lujo de sacar del retiro a un personaje de culto como Beth Gibbons

Oklama –como ahora se hace llamar también- nunca ha sido un rapero con un flow particularmente veloz ni con un tono gangsta’; sin embargo, su virtud está en el dramatismo teatral que le imprime a su interpretación, y en Mr. Morale & The Big Steppers  podemos escucharle en su máxima expresión: no solo administra con sabiduría la aparición de las diferentes voces que es capaz de hacer (casi sin distorsiones en post-producción, por cierto), ahora también las pone en el centro de la escena al eliminar la posición del narrador, convirtiéndose en un canal en primera persona. 

Es tal el énfasis en esta intención estética que convierte las canciones en experiencias vouyeristas, las cuales rayan en la incomodidad para la audiencia. Y es que, si su disco anterior se construyó a partir del sincretismo y el misterio dado su carácter espiritual y religioso, éste –en antítesis- hace erupción desde lo explícito. Tal es el caso de "We Cry Together", una canción que ya causó polémica por su formato en el que, básicamente, Kendrick y Taylour Paige actúan una discusión muy acalorada que termina en el intercambio desquiciante de ‘’fuck you’’s que ni Amanda Miguel y Diego Verdaguer se habrían atrevido a grabar. 

Aquí ya es necesario hablar del impecable trabajo de mezcla que tiene el disco. Con Anthony Vilchis (ingeniero que también hizo el mix de Motomami)  como principal responsable de un equipo complementado por Brandon Blatz, Curtis Bye, Trey Station y Zach Peraya, los niveles de sonido adquieren un sentido narrativo a lo largo de todo el álbum. Y es que su perfil operístico equiparable al de The Wall de Pink Floyd, Quadrophenia de The Who o The Archandroid de Janelle Monáe requerían de un trabajo meticuloso en el cimiento de las capas para no arriesgar la dirección minimalista que tienen la mayoría de los tracks

Escuchemos "Mother I Sober": un piano, una escala de tres melodías simples que se repiten al infinito -sin saltos significativos entre quintas y sextas ni intervalos grandes- y la voz espectral de la legendaria Beth Gibbons, como si cantara desde el otro lado del pasillo, susurrando. Finalmente, Kendrick in crescendo hasta que termina en los gritos, dejando clara su desesperación ante la ausencia de respuestas. Una alteración gradual que no sacrifica la integridad de los tres elementos de la canción. 

MIRROR

Este disco no suena a una obra maestra; pero aunque suene paradójico, en ningún momento se percibe la necesidad de que lo sea. Es tan íntimo –tan Kendrick- que difícilmente generará una estirpe estética compuesta por decenas decenas de álbumes intentando emularlo. 

No deja de ser una lección de paciencia, eso sí. 

Es una pieza que alude a la deconstrucción del hombre como figura de poder y al mismo tiempo pone en tela de juicio dicho proceso como un mecanismo más de la homogenización de la moral desde la blanquitud. 

De nuevo: ¿Cómo analizar y reflexionar algo que antes de salir ya tiene etiqueta de obra maestra? ¿Cómo cuestionar a alguien que se sitúa más allá del bien y del mal? 

Mr. Morale & The Big Steppers responde: con la idea bien asentada de que no existen los súper héroes ni las fuerzas inmaculadas… Existen los seres humanos, que cometen errores y dan pasos en falso durante la búsqueda de sentido y congruencia para nuestra estadía en el mundo.

 

‘’ I can't please everybody

No, I can't please everybody

Wait, you can't please everybody

No, I can't please everybody

And I can't please everybody

No, I can't please everybody

Wait, you can't please everybody’’.

 

Mientras tanto, estamos frente a un candidato sólido a disco del año.