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Mindless Records / 2015
Lo justifica (correctamente) argumentando que en él se puede encontrar en toda su intensidad la consigna “sexo, droga y rock & roll". Sí, el columnista de Milenio puede tener razón, si alguien ha vivido la “vida loca” ha sido el propio Richards. El análisis se puede completar diciendo que Keith también es el alma musical de los ingleses y eso queda demostrado en Crosseyed Heart, su tercer disco de estudio y el primero desde hace 23 años cuando lanzara el mítico Main Offender.
“Crosseyed Heart”, canción que le da nombre al disco también es la encargada de abrirlo, se trata de un momento “campirano”, en el que Keith, acompañado sólo por su guitarra canta un par de versos antes de decir “that’s all I got” y saltar a “Heartstopper”, un rock con toques sureños y letra que describe el amor que se puede sentir hacia una persona totalmente opuesta.
El country llega de la mano de “Robbed Blind”, que, al muy puro estilo Bob Dylan, usa la metáfora del forajido para describir cómo se siente tener el corazón roto, mientras que con “Trouble” nos intenta recordar quién es el que creo el sonido Rolling Stone.
Algo que los ingleses aman, es el reggae, y Richards no es la excepción habiéndolo demostrado desde hace varias décadas. En esta ocasión mostró su afición al género jamaiquino con “Love Overdue”, canción que compuso a lado de Gregory Isaacs, logrando una excelente combinación entre la música de la isla y el rock del sur de Estados Unidos.
“Suspicious” es el momento más sombrío del disco, una balada obscura llena de versos que describen la crueldad de una mujer cuando no se conforma con abandonarlo, sino que también le hace tanto daño que lo deja deshecho.
“Blues In The Morning” transforma el ánimo del disco de lo sombrío a lo bailable, recordando a los pioneros del rock & roll como Jerry Lee Lewis. “Something for Nothing” tiene un sonido gospel aunque con las típicas guitarras “rollingas”.
El climax del disco llega con “Illusion”, que incluye la voz de Norah Jones haciendo un dueto mágico con la rasposa voz de Keith, logrando la mejor canción del álbum, no sólo por el dueto, los arreglos, que le dan un ligero y sutil toque de jazz, son sencillamente extraordinarios.
Otras dos canciones que destacan son “Just a Gift” y “Goodnight Irene”. La primera es una balada con coros gospel que describe la sensación de hartazgo ante una relación que no llegará y que propone la solución de “amigos, si lo necesitas”. La segunda es una canción de cuna que bien pudo ser compuesta en la década de los cuarenta al borde del río Mississippi.
Keith Richards se tardó mucho en volver, es una pena que nos haya privado tanto tiempo de su música. Aún así se agradece que haya regresado con una joya como lo es Crosseyed Heart.