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Young Turks / 2018
Lo nuevo de Kamasi Washington se compone de dos mitades que se complementan, por un lado está Earth que es el mundo experimentado desde la razón y lo social; y por otro lado está Heaven que es el mundo interno, la parte del individuo y su libre albedrío.
Grabado junto a su banda The Next Step y miembros del colectivo The West Coast Get Down en los estudios Henson en Los Angeles, Heaven and Earth se compone de dos horas y media de música –la mayoría escrita y arreglada por Kamasi Washington– en la que también contribuyen sus incondicionales y viejos secuaces Thundercat, Terrace Martin, Ronald Bruner Jr., Cameron Graves, Brandon Coleman, Miles Mosley, Patrice Quinn y Tony Austin.
Es un disco ambicioso cuya fuerza radica en la proximidad y la reinterpretación de tradiciones musicales establecidas. Tiene un sentido de espiritualidad y libertad creativa mezclada con soul, gospel, funk y una clara influencia de John Coltrane y Miles Davis.
Cada track dura alrededor de los nueve o diez minutos, combinando la fuerza de un llamado a la defensa de los derechos civiles, y una mixtura de sonidos que lo mismo echa mano de la influencia afroamericana que latina. Es posible encontrar incluso decisiones estructuradas bajo la influencia de la música clásica con arreglos complejos, solos que van de los delicado a la furia y con un continuo diálogo empapado de habilidad técnica y espiritualidad.
“Fist of Fury” tiene un par de versos nuevos cantados por Patrice Quinn y Dwight Trible. La vida representa una lucha interminable. Un llamado al Blake Lives Matter. “Our time as victims is over/ We will no longer ask for justice/ Instead, we will take our retribution”.
“Can You Hear Him” es un espiral sinfónico con un solo disonante de teclado que logra mantenerse firme a sus raices rimicas y melódicas.
“Hub-Tones” es una una versión de influencia afro cubana con percusiones explosivas, escrito originalmente por el trompetista de hard bop Freddie Hubbard para su álbum homónimo editado en 1962.
“Connections” los violines siempre acompañados por el coro, intervienen en una especie de alter ego de suma espiritualidad, como si el resto fueran todos aquellos que narraran el cotidiano.
“Tiffankonkae” con un bajo de líneas simples y precisas. Con altibajos que no son desmesurados, son más bien la euforia de un día especial, con muchos ángulos de luz. Incluso el pasaje de tensión parece funcionar debido a que son músicos que se conocen de toda la vida y construyen su dialogo a través de la de la insurrección del sonido.
“The Invicible Youth” pareciera que el intro es un caos atonal, pero dentro nace una resplandeciente y luminosa existencia, llena de fuerza y esperanza. Esa luz que muchos se niegan a reconocer y descalifican en el rugir de nuestras demandas jóvenes y osadas.
“Testify” la voz femenina de Patrice Quinn, relata un mensaje ominoso de amor con una tierna melodía. Es aquí justo donde el disco cobra sentido: “Lo que existe en mi mente, existe en la realidad y la realidad permea mi mente”.
“One on One” es un tema de mucha complejidad técnica que tuvo que esperar la madurez de ejecutantes para poder ser logrado. Es un tema insistente con ritmo ajeno, pero cómplice donde la orquesta va y viene, y cada que aparece salpica el espacio de un matiz casi sublime.
“The Space Tralvelers Lullaby” utiliza recursos armónicos y melódicos que hacen de la composición algo ominoso, pero al mismo tiempo humano, sencillo de interpretar: fuerte en su implicación emocional y claro en su discurso narrativo. En la presencia del saxofón se representa la voz que narra, mientras que el movimiento espacial está dado por las cuerdas y el coro.
“Vi Lua Vi Sol” este tema con capas de sintetizados y percusiones sincopadas fue co-escrita con el músico Stanley Clarke, legendario bajista de jazz fusión quien nombró a Washington como el sucesor de Pharoah Sanders.
“Street Fighter Mas” es un tema de su infancia, el espacio donde todos eran iguales, pero también la metáfora que habla de sobresalir, evadir las etiquetas sociales y superar un destino que parece no poder evadirse. Hay algo en su inicio que viene de esa veta hip hop que coexistió de manera paralela con su gusto por el jazz. Lo otro, la línea melódica introducida por el coro también podría ser un soundtrack de los 80.
“Song for the Fallen” tema compuesto para homenagear al joven pianista Austin Peralta, quien murió a causa de su adicción a las drogas cuando apenas tenía 22 años de edad. Abre la pieza un piano rubatado que presenta la melodía a la que luego se suma una línea de bajo eléctrico.
“Journey” vuelve la voz de Patrice Quinn con largos solos que muestran la musicalidad parlante de aquellos músicos que han crecido con él. Todos creyentes de la dualidad humana, de su espiritualidad, de su lucha constante.
“The Psalmnist” el deseo de regresar a Dios como la fuente de su vida. Aquí es evidente el encanto por sus raíces, hay un sentimiento, que va de lo atonal y aparentemente desafiante del hard bebop, a dulces parajes orquestales.
“Show Us The Way” muestra el poder de la sincronía entre coro y orquesta, la dualidad que lo crece todo para gradualmente descender. Tema inspirado en Nat Turner esclavo que guió una importante rebelión en Virginia, planteando un parteaguas en la historia de la emancipación afroaméricana.
“Will You Sing” un coral moderno, aguerrido y lleno de orgullo que reivindica, abraza y nos regresa la fuerza de la que hemos sido despojados.
Con un solo triunfante de trombón, el coro y la orquesta ascienden apasionados, directo a una catarsis emocional. Es un bálsamo psicodélico en tiempos de caos. Una celebración de todas sus influencias. Es facil sentirse deshumanizado, desechable… algo que te saque de ese lugar obscuro pues en la misma medida hay cosas hermosas.