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Nacional Records / 2020
La primera ocasión que escuché (por casualidad) a Jungle Fire en Los Ángeles fue algo muy especial para mí. Al entrar al lugar apenas llevaban una canción, dejé atrás a las personas que iban conmigo y me dediqué a sentir su energía maravillosa, picosita y tropical. Fue como ver a un grupo de salsa complementando sus inclinaciones afrolatinas con mucha más elegancia y contexto cultural.
El disco empieza con “Quémalo”, un track que si solo escuchas los primeros 30 segundos revives viejas canciones de Les Claypool, hasta que reconoces el sello único de Jungle Fire, su base rítmica: batería y percusiones con cajas y cencerros que le dan un brillo y vida muy particular. Y claro, los vientos, olas que bailan y alimentan sus producciones.
“Pico Unión” logra un juego de fusión muy bello, con un lenguaje esencial entre la guitarra y los vientos; “Biri Biri” me hace pensar en Los Mirlos, por la psicodelia que se entrega desde el primer instante, y el ritmo a 140 bpm me tongonea los hombros como cuando escuché por primera ocasión “Soul Sacrifice” de Santana; “Masa” y “Emboscada”, ¡uff!, amo todo lo que está en escalas arabescas, crea sensaciones visuales que te teletransportan a un desierto y bien las podría imaginar en cualquier película de Tarantino o del 007.
“Slipshot” confirma que efectivamente estás escuchando a Jungle Fire y que a ellos les encanta Fela Kuti, la cultura de resistencia y el poder de unión entre los grupos sociales.
Dicen que el track siete siempre es el más especial de un álbum, y sí, en “Smash & Grab” los chicos se volvieron locos y arriesgados: tocar algo en 155 bpm, además de representar un esfuerzo físico enorme, requiere gran coordinación. Las distorsiones de guitarra con reverb y space echo funcionan perfecto. A lo lejos, un solo de trompeta estridente hace presencia sin miedo.
“OscilLAdope” me hace imaginar a la banda buscando cómo ponerle nombre al archivo de audio y la sesión, es hermoso escuchar todas las frecuencias y texturas de la canción, toda una guerra de osciladores con una batería en compases de música.
En “Atómico” se escucha a lo lejos una voz que dice “ricooooo”, aquí se baila y se goza desde la entrada. Y llega el final con “Consider This”, una de mis piezas favoritas, pues sus líneas de vientos me remontan a viejas historias de emperadores. Las contestaciones de las congas amarran con perfección y su cierre es uno de los mejores obligados de todas las canciones.
Si no han escuchado a Jungle Fire, se llevarán una sorpresa; es un proyecto de buen gusto al que, personalmente, amo.