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Jessica Pratt — Quiet Signs

9

Jessica Pratt
Quiet Signs

Mexican Summer / 2019

Artista(s)

Jessica Pratt

El mundo de fantasía de Jessica Pratt.

Es interesante cómo nuestra cerebro procesa la música a través del azar de la mente y el más simple estímulo provoca que se grabe en nuestra cabeza; ya sea por identificación, un sonido pegajoso, un recuerdo, un sentimiento, un deseo, un olor, un sabor o simplemente por satisfacción o placer. Pero siempre existe algún prejuicio antes de acercarnos a cualquier disco o el mismo ambiente puede transformar nuestra percepción sobre la música, pero Quiet Signs—el tercer álbum de Jessica Pratt—, rompe totalmente con esto, es inútil tratar de ponerle un nombre en cuestión de género, estilo, imagen o significado, ella va transformando el ambiente, desde que comienza el disco solo existen dos variables tú y la magia que la compositora va creando con su guitarra y voz. Lo que Pratt presenta es música en su estado más puro y orgánico, tan simple y profunda como la belleza de la naturaleza, o tan sutil como la existencia misma; y sin esperarlo quedará impregnada en lo más profundo de tu mente.

En Quiet Signs, la artista encuentra la confianza para presentar su trabajo de manera más completa y directa. El estilo musical de Jessica Pratt guarda cierta relación con lo más elemental del folk, la delicadeza de Sibylle Baier, el sentimiento de Karen Dalton, la belleza de Joni Mitchell, lo sombrío de Scott Walker y Dusty Springfield, lo meditativo de Brian Eno, e incluso la psicodelia de Linda Perhacs, pero su sonido tiene algo particular que la hace única, es envolvente, expansivo, misterioso, desde que comienza a reproducirse se va desenredando mientras crea una copia en tu pensamiento. Al Carlson y Matt McDermott acompañan a la artista con arreglos de flauta, órgano, sintetizadores, piano y pandero, que sin duda forman parte de esa peculiaridad de las canciones, dándole también un estilo chamber pop. Aunque igual hay rasgos que transmiten una vibra de la música sacra, por ejemplo, su forma de cantar en “Silent Song” o cuando la cantante menciona la frase “hallowed be thy name” (santificado sea tu nombre) en “This Time Around”.

“Opening Night” abre con misterio y teatralidad —la imagen que trae consigo es la de un hombre tocando el piano en completa oscuridad— y esta atmósfera se mantiene la mayor parte del tiempo, aunque también hay otras texturas más alegres como el solo de flauta de “Fare Thee Well”, los sintetizadores de fantasía de “Poly Blue”, o el dulce tono de voz de Pratt en “Here My Love”. El silencio es parte esencial del disco, al principio de “As the World Turns” podemos oír el correr de la cinta —ya que el disco fue grabado de forma análoga—,  el espacio abierto que tiene cada sencillo nos permite sentir cada rechinar de la guitarra, el alcance de cada sonido, el eco de cada palabra, el latir de cada tecla, con la voz de Pratt siempre al frente.

La artista tiene una forma peculiar de componer que puede explicar el resultado tan natural de su música, trata de no tener algo premeditado antes de grabar —aunque esta es la primera vez que lo hace en un estudio, sus primeros discos, Jessica Pratt y On Your Own Love Again, los realizó en su habitación—, y todo lo une al mismo tiempo, letras e instrumentación. –“Mucho del color del disco soy yo comunicando ideas y alguien tratando de articularlas con un instrumento”, comentó para The Fader—. Quiet Signs es una representación transparente de Jessica Pratt como ser humano y artista; y aunque por momentos parece hablar del amor (“Here My Love”), desamor (“Fare Thee Well”), la desesperanza en el mundo al mismo tiempo que ella cambia con él (“As the Wolrd Turns”), miedo, resignación, o sobre cómo cuando nos encontramos en un avión es el único momento en que realmente estamos desconectados del mundo (“Aeroplane”); siempre hay cierto misterio detrás de sus letras, algo que descubrir, algo oculto, un personaje enigmático.

En una entrevista para Rolling Stone, la artista comentó. “De cual sea el lugar que proviene su música, está totalmente divorciado de la realidad”. A través de nueve canciones, Pratt nos invita a soñar y sumergirnos en su extraño mundo lleno de historias indefinibles, cantos angelicales, colores opacos, arreglos de ensueño y “señales silenciosas” que nos van guiando a través de esta fantasía.

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Gesaffelstein — Hyperion

6

Gesaffelstein
Hyperion

Columbia Records / 2019

Artista(s)

Gesaffelstein

La ambición de lo simple.

Su nombre artístico, puede ser una palabra difícil de pronunciar (/jesefelstain/), pero eso no es impedimento para que el francés Mike Lévy destaque si es que de música electrónica se trata. A los 25 años produjo dos canciones del consagrado Yeezus de Kanye West y ha colaborado con artistas como Depeche Mode, Daft Punk y Lana Del Rey. Le gusta vestir de traje en sus presentaciones. Esto no le incomoda, al contrario, lo sofistica. Ese mismo estilo se ve reflejado en la portada de Hyperion, su reciente producción.

La carátula está cubierta, totalmente, de color negro, lo que toma por sorpresa al público y aumenta la curiosidad por ver la contracara. Las ansias por saber qué ofrece se acrecientan al ver a The weeknd, Pharrell Williams y a Haim colaborar en esta producción. Así, lo simple de la portada se transforma. La ambición por mantener esa sofisticación crece… ¿logrará estar a la “altura” en cada canción?

La primera, homónima al álbum, nos envuelve en un loop interminable, que, acompañado de un piano eléctrico, da la sensación de encontrarse en una montaña rusa. Despierta más la curiosidad, pero vamos por partes. Es solo la primera composición.

"Reset" se convierte en un juego de misterio e intriga. Mezcla sonidos que recuerdan a lo hecho por Kraftwerk en "The Man·Machine". En este caso, el techno oscuro pero persuasivo lleva al oyente a mantenerse en vilo sobre lo que puede acontecer para dar paso a la voz melódica de The Weeknd. Te captura. En su colaboración, llamada "Lost in the Fire" retrata, de manera explícita, los deseos de un hombre por tener a su chica una vez más, a pesar de que ella sabe que él suele invitar a una persona nueva cada noche. Esta es la tercera colaboración realizada entre Lévy y The Weeknd. Las dos primeras se dieron para un EP del canadiense. "Lost in the Fire" apunta a hit apenas se escucha.

El loop vuelve a crear misterio, esta vez en "Ever Now". La confusión también sobresale. De momentos, la sensación de escuchar el sonido de las manecillas de un reloj se intensifican. Pronto, los casi dos minutos de canción se acaban. "Blast Off", en colaboración con Pharrell Williams, denota la inspiración en los sonidos electrónicos de su compatriota Jean-Michel Jarre. Las notas agudas y graves que Pharrell le proporciona a la canción ayuda a crear una melodía que se vuelve atractiva para el oyente, pero que conserva y remarca el mismo discurso que proponía "Lost in the Fire".

En "So Bad", la inspiración en Jarre aumenta. La atmósfera espacial que recuerda a "Atmosphere", da inicio a la canción, lo que lo convierte en el matiz que las hermanas HAIM necesitan para pedir al oyente que no sea “tan malo” con los sentimientos que se exhiben en la canción, la cual termina con la lección de salir adelante pese a los problemas.

"Forever" se consolida como la promesa entre dos personas y su anhelo de una de ellas al “salvar” a la otra. Además, de ver a esa persona como la única que puede llevarla al nirvana que busca. La atmósfera espacial continúa, pero no resulta ser tan atractiva ni efectiva como lo fue con "So Bad", pese a las tremendas colaboraciones que maneja, con el DJ francés The Hacker y el dúo synthpop Electric Youth. La canción seduce después de la segunda o tercera oída. Eso sí, no deja de ser una propuesta electro-synth pop interesante. Con "Voltex", antepenúltima canción, Lévy vuelve a lo trazado por "Reset". Parece ser la continuación. En cuanto a calidad compositiva, no hay mucho que rescatar.

La siguiente, "Memora", deja de brindar flexibilidad, canción tras canción, sonido tras sonido, a un álbum que empezaba con una propuesta novedosa en cuanto a salirse de los estándares de los DJ de música electrónica más conocidos (Alan Walker o David Guetta, por nombrar a algunos). Eso sí, el trabajo por mantener el estilo “oscuro” en sus creaciones, se resalta. El final de este álbum, con la canción llamada "Humanity Gone", retrata de manera adecuada este título, pero sigue el mismo patrón de las cuatro composiciones que la anteceden. Es tenue y calmada. Pero, el hecho de que se convierta en un trabajo de 10 minutos, lo vuelve pesado y le quita la posibilidad de que el oyente pueda digerir de manera más fluida el final.

No hay duda que las colaboraciones son la fortaleza de esta producción, pero que, más allá de pretender ser sofisticada, ambiciosa o responder a la pregunta que inicia esta reseña, resulta convertirla en la debilidad de la misma y la limita en cuanto a sonidos y mezclas. Esto deriva, lo que es muy notorio en las últimas canciones, en un concepto que termina convirtiéndose en ambiental y que no logra encontrar un equilibrio con las primeras composiciones. Lo recomendable sería destinar otra producción en la que se arme y aprecie ese concepto que, no dudo, fortalecería la identidad musical del artista. Su talento lo está llevando lejos dentro de una industria de mayoría americana.

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Jessica Pratt — Quiet Signs