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Trapped Animal / 2020
Es fácil perderse en la vorágine que comprende a la coyuntura musical actual. Cientos de discos por minuto, provenientes de todas partes del mundo, al alcance de cualquiera y de una gama variada de géneros que se fusionan y convergen en cosas nuevas y realmente llamativas. De esas mezclas surgen gemas musicales, que por alguna razón -o azar del destino-, yacen ocultas esperando ser reconocidas. Una de ellas es Violet Waves, el nuevo disco del británico Jeremy Tuplin.
Siendo su tercer LP, Violet Waves se presenta como su trabajo más personal y relajado hasta la fecha, sin dejar de lado la faceta experimental tan característica que el artista supo construir con el paso del tiempo. El sonido de Tuplin es algo difícil de definir. Lo componen un abanico amplio de texturas y ambientes que varían de canción en canción, pero con un motor robusto que lo impulsa y es su voz, totalmente reconocible. En esta ocasión la relación instrumentación/voz es más orgánica y cruda, en gran medida por el trabajo excepcional de su tour band Ultimate Power Assembly, logrando un maridaje exquisito.
Guitarras arpegiadas, cargadas de efectos sutiles, vienen y van a lo largo de los 41 minutos que dura el disco. A veces, ocupan el lugar de sintetizadores en canciones como la psicodélica “Space Magic” o en “Cool Desing”. En otras partes, tanto la música como la voz de Jeremy, se tornan más cálidas para dar paso a baladas lentas como “Sallys In a Coma”, una pieza que resalta en el disco y rememora a un joven Leonard Cohen, aunque tal vez más melódico.
Si bien el disco podría encasillarse en el género folk, o indiefolk, o como el mismo artista autodenominó su trabajo, “spacefolk”, Violet Waves también cuenta con cuotas de garage rock despreocupado. Esto puede verse con claridad en “Back From The Dead”, canción que da inicio al álbum, o en el el track que le sigue “Break Your Heart Again”.
Este nuevo disco está a la misma altura que sus antecesores, Pink Mirror (2019) y I Dreamt I was An Astronaut (2017), pero definitivamente es más arriesgado y llamativo.
Violet Waves es el soundtrack perfecto de una película melodramática jamás hecha. Es el paisaje de cientos de días melancólicos, con pasajes de humor e ironía llevados adelante de manera poética y elegante.