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Independiente / 2018
En el 2017, se cumplían 15 años del lanzamiento de The Creek Drank the Cradle de Iron & Wine. Sam Beam comentaba que, por primera vez en mucho tiempo, no se preocupaba tanto por la experimentación sonora, o probar nuevas cosas en cómo hacer las letras. Era como hacer música por primera vez. Aunque aquella primera vez había sido muy diferente. Y las subsecuentes también. Sobre todo por una pregunta que rondaba la cabeza del nacido en Florida: ¿tengo algo más que decir? La pregunta que creadores como R. Stevie Moore nunca formulan y otros, como J.D. Salinger, la hacen tantas y tantas veces, que sucumben ante lo titánico del planteamiento. Ahora estamos en el 2018 y Iron & Wine lanzó un EP…
Weed Garden comienza con percusiones y luego, el Sam Beam clásico. Ese personaje que parece susurrar en vez de cantar, el acompañante perfecto para las noches desconsoladas, las tardes solitarias, o las madrugadas que se prolongan hasta que el día se asoma por las ventanas. Discípulo de Nick Drake, y fraterno del Neil Halstead solista, Iron & Wine mantiene una esencia particular. Algunos dicen que el folk es aburrido. Quizá nunca han quedado absortos en sus pensamientos por miedo a lo que encontrarían en ellos.
Nunca sabremos la música que estaría haciendo Iron & Wine si hubiera perseguido los anhelos perpetuos de cambiar las cosas. Tal vez serían maravillosos y canónicos. O tal vez no, y lo mejor que podemos tener son artistas que sigan manteniendo la honestidad al crear canciones. “What Hurts Worse” tiene una línea que dice “Let’s become the lovers we want/Let’s become the lovers we need”. Olvidar las cosas, sobre todo las que nos hicieron daño, es una de las prácticas más complicadas. En muchas ocasiones, lo mejor es separarse de aquellos que nos perjudican. Las relaciones tóxicas son asfixiantes. Pero, si se puede tener la madurez, la disposición y la salud mental suficiente para sanar las heridas y continuar con esa persona que acapara los pensamientos, pude surgir algo mucho más bello. La transición de la vida parece ser el hilo conductor del EP de Iron & Wine.
“Waves of Galveston” es sobre el crecimiento. Las etapas de la vida. Los padres que se van, los hijos que abandonan tu compañía. La rutina de vivir en el lugar de siempre, ver los mismos rostros, las noches monótonas y ser consciente, al menos por un momento, que la vida es efímera. ¿Quedarse en el lugar de siempre o buscar nuevos horizontes? La respuesta queda en uno mismo.
Musicalmente, Weed Garden parece ir bajo la misma tónica simple, pero sutilmente metamórfica. Guitarra, algunas percusiones, quizá un piano, cuerdas y voz. La voz que es hilo conductor en el discurso que se quiere presentar. “Last of Your Rock ’n’ Roll Heroes” es la canción con más cadencia del EP. El movimiento es casi automático. Las reflexiones son las mismas. Un día estás aferrado a las cosas, al otro las dejas ir con facilidad. De nuevo la vida, de nuevo los cambios. Al parecer, Sam Beam ha llegado a la segunda etapa de ruptura existencial. ¿Para qué estamos aquí? Incluso nuestros héroes ideológicos se desvanecen con el tiempo.
“God of the dollar’s a god of fear / The guns on the TV really gets you” se canta en “Milkweed”. Algo hay de inconformidad en los paradigmas estadounidenses y se refleja en la canción más oscura. Arriesgada y, sin embargo, no desentona. Cuando comienza “Autumn Town Leaves”, el cambio se siente natural. Y regresa la nostalgia. Las descripciones de lo que se vive, lo que se siente, del paisaje que es tuyo y que en algún tiempo, es probable que solo exista en la memoria, y el único anhelo, es ver al otro por la mañana.
La tristeza se expande con facilidad. Las manos inquietas, las lágrimas que salen espontáneamente y los pensamientos que siguen y siguen, incansables, hasta que es momento de pasar a otra cosa, más por necesidad que por convicción. “Talking to Fog” es un cuadro bellísimo, pero con cierta crudeza. Se sabe que las cosas que pueden encontrar la felicidad, están ahí afuera, pero como dice Sam Beam, a veces son difíciles de encontrar. Y así cierra el EP.
Son tiempos buenos para Iron & Wine, de preguntas existenciales que a veces no tienen respuesta, pero que, cuando se plantean a manera de canciones, pueden parecer más sondables. Ojalá, las inseguridades nunca venzan los impulsos de narraciones de Iron & Wine, porque sin saberlo, puede estar siendo el guía de algunos andariegos sin rumbo definido.