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Iceage — Beyondless

7

Iceage
Beyondless

Matador Records / 2018

Artista(s)

Iceage

Beyondless: Música para esperar el día en que el punk muera.

Algo tienen los discos de rock cuyo título anuncia una carencia que hace que siempre se sientan como una declaración y Beyondless no es la excepción. Aún cuando muchos de los elementos que constituyen este disco ya habían sido introducidos en Plowing Into the Field of Love (2014), los cuatro años que pasaron entre ambas entregas han hecho que el más reciente trabajo de Iceage se sienta como el brinco más grande que ha dado la banda danesa.

A menudo, se dice que el punk no es un estilo sino una actitud, que el punk va desde Britney Spears rapándose la cabeza hasta el hecho de usar camisa fajada en un concierto de rock. Pero corremos el riesgo de terminar diciendo que todo es punk excepto aquello que no lo es. Si el término post punk fuera un eje, Iceage estaría moviéndose cada vez más cerca del post y más lejos del punk que los llevó a ser etiquetados por Iggy Pop como “una de las pocas bandas peligrosas”.

Por eso Beyondless es como un brinco, porque por fin se siente que Iceage está saliendo del punk y entrando a algo parecido al rock melodramático de Nick Cave. Sus letras no habían sido tan rebuscadas y Elias Bender Rønnenfelt nunca ha parecido más un hijo de Arthur Rimbaud y Rowland S. Howard. El mismo arte del disco, con sus flores y sus flamingos, avisa que la banda está dejando atrás la ira punk para abrazar el nihilismo gótico. En “Hurrah”, el primer track, Rønnenfelt denuncia el fervor militarista del mundo con una claridad casi profética; en “Thieves Like Us” pronuncia la frase “file a restraining order on humanity or myself” y suena tan azotada como cualquier canción de The Bad Seeds; y en “Pain Killer” usa la expresión “I rue the day”, una frase tan barroca y arcaica que no sorprende que el título del álbum sea una cita de Samuel Beckett; al igual que Rønnenfelt, Beckett supo explotar las capacidades de un idioma que no era el suyo.

Los guitarrazos siguen estando, por supuesto. También los metales, introducidos en Plowing Into the Field of Love y que en “Pain Killer” (quizás, la mejor canción de Iceage) pasan de ser una sección de trompetas a una auténtica fanfarria que solo hace más épica la cabalgata lírica de Elias Rønnenfelt y Sky Ferreira. También encontramos panderos serpenteantes en “Catch It” y “The Day the Music Dies”, esos que vuelven locas a bandas punk como Black Lips y que vienen, por supuesto, de The Velvet Underground. Al igual que Lou Reed, Elias Rønnenfelt tiende a la repetición. Pero donde aquel buscaba un propósito espiritual, el danés busca agotar los sentidos. En “Take It All”, repite como un mantra que “Everyone’s a criminal” como queriendo recrear la sensación de darse cuenta que este mundo no tiene rumbo.

Pero pues repetir demasiado una palabra solo la despoja de su significado y repetir una fórmula que consume sus posibilidades. Llega un momento en que las flores marchitas no cambian más y se quedan perpetuamente estancadas en el aspecto que tenían cuando murieron. El título de Beyondless suena como una amenaza, pero también como una promesa: si no hay nada más allá de la muerte del punk, no quedará para Iceage más que dar un brinco aún más largo, ya sea en esta dirección que ha venido tomando o en una completamente diferente.