9
DFA Records / 2016
10/May/2016
Nick Millhiser y Alex Frankel, mentes todo poderosas detrás del proyecto Holy Ghost! han sabido cómo jugar con los beats para llegarle a su público. Esta vez lo han hecho de nuevo con su primer EP, Crime Cutz, luego de no haber sacado material desde su última placa de 2013, Dynamics.
Crime Cutz cuenta con cuatro rolas. El EP cumple con su cometido: hacer que muevas los pies involuntariamente. El compilado, en cuanto a sonido puro, nos remonta a los salones de baile -bolas de espejos girando en medio de la pista, un hardstep imparable-; a los años 80, cuando la música disco estaba en su apogeo.
“Crime Cutz” es la primera canción en la pista. Siete minutos de bomba musical. Riffs, sintes y elocuencias en el sonido. En esta travesía sonora, también se encuentra “Stereotype”, una resonancia dura y elegante a la vez, que hacen que la potencia en la voz de Millhiser sea aún más llamativa.
Lo interesante del nuevo material del dúo neoyorquino es la manera en que los versos del coro quedan perfectos con los sonido, además del proceso de reproducción de cada tema –es como aquella pieza que embona a la perfección en el rompecabezas-. Es inevitable no querer mover los brazos de arriba hacia abajo.
Con un “Let’s fall in love, let´s make the same mistakes”, en “Compass Point” nos acercamos casi al final. Ecos que van y regresan. Explosiones sonoras que hipnotizan con gran furor. Nuevamente, esos riffs aplastantes. Un sonido completamente crudo. Y una letra que habla sobre de tomar riesgos.
La pista de baile se cierra con“Footsteps”, una canción no mayor a los cinco minutos. La rola más tranquila de todo el EP. A pesar de eso, el ritmo característico de Holy Ghost! sigue ahí. Como las ganas de seguir bailando.
Holy Ghost! ha logrado posicionarse como una de los dúos más representativos de la escena del dance. Con el arte de su disco, forman el anclaje perfecto entre lo visual y lo sonoro.
10
XL Recordings / 2016
09/May/2016
La mayoría de los interesados en oír el nuevo disco de Radiohead ya lo hicieron y tienen una opinión clara: odio o amor. Aquí no hay medias tintas, sus fans se vuelven evangelizadores y sus haters dedican más tiempo a escucharlos que los propios seguidores para encontrar algún detalle criticable.
Pero, por más que se quiera demeritar su música, esta es la culpable de esas emociones extremas, más que el hype que ellos mismos han fabricado en cada etapa; más que el “carisma” de sus integrantes y más que la manera en la que revolucionan la industria de la música.
A Moon Shaped Pool no se libra del ruido mediático. Sin embargo, a diferencia de The King of Limbs (2011) –que podría ser calificado como el álbum menos bueno de la banda– A Moon Shaped Pool justifica la exposición que ha tenido hasta ahora.
El disco cuenta con 11 canciones, y 8 ya habían sido escuchadas previamente o datan de sesiones pasadas: “True Love Waits fue tocada en la gira de promoción para The Bends e incluida en el I Might Be Wrong: Live Recordings (2001), mientras que “Burn The Witch” quedó fuera de varios discos y se remonta a los tiempos de Kid A (1999).
¿Cómo un disco que poco tiene de “nuevo” acredita el gran recibimiento que ha tenido? Suena ilógico, suena a broma o engaño. Es, por lo menos, decepcionante que un nuevo disco tenga ocho canciones previamente “conocidas”, y más si tomamos en cuenta que han pasado cinco años desde el último trabajo de los ingleses. Olvida ese detalle, realmente no pesa y, de hecho, muchos escuchas ni siquiera notaron ese dato. Aunque es una colección de canciones de diferentes épocas –algunas recientes, otras antiguas– todas terminan por tener un sabor a “Radiohead 2016”: suenan nuevas y frescas.
A Moon Shaped Pool abre con “Burn The Witch”, un potente golpe de cuerdas a los oídos. Al escucharla se entiende que haya quedado fuera de trabajos anteriores, pues no suena a esos discos. Continúa el mejor de los tres temas nuevos, “Daydreaming”, una balada que tiene como protagonista un simple y triste piano y que por momentos recuerda la pesadez de “Exit Music (For a Film)”, además de la melodía profunda e hipnótica de “Weird Fishes/Arpeggi”.
Un momento cumbre es “Ful Stop” por su estresante ritmo in crescendo y su melodía sombría que explota y se convierte en un tema totalmente Radiohead. Después del bajón minimalista de “Glass Eyes” llega “Identikit”, una joya, la cual pone en marcha una gran cantidad de elementos como guitarras incisivas y puntuales, un bajo punzante y luminosos sintetizadores para gritar desesperadamente “Broken hearts, make it rain…” en repetidas ocasiones.
En “The Numbers” la banda demuestra que no solo se reinventa, sino que también hace “tributos” que pasan por propios, pues, en este corte, es fácil escuchar a Serge Gainsbourg y su afamado Histoire De Melody Nelson.
“True Love Waits”, en su nueva versión, es el cierre del disco, y adquiere una atmósfera diferente: ya no está la emotiva guitarra que acompañaba al “And true love lives on lollipops and crisps…” y al resto de la desgarradora letra.
A Moon Shaped Pool es un gran disco de Radiohead, una gran colección de temas sueltos que remontan a sus trabajos más importantes. Nunca un conjunto de canciones tan heterogéneas habían sonado en perfecta simbiosis –ese es el principal mérito en este disco–. Hay que entender que no es un greatest hits. Al contrario, es más parecido a un disco de b-sides –aunque tampoco lo es– mezclado con años de crecimiento, madurez y, sobre todo, con una nueva visión musical de la banda, aunque eso signifique un trabajo sin la fuerza de los discos de antaño. No es un The King Of Limbs, pero tampoco es un In Rainbows.
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