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Domino Records / 2019
Hayden Thorpe se estrena como solista con Diviner, un álbum ensimismado. Aquí nos muestra que al parecer no puede o no le importa conectar con lo que pasa allá afuera. El músico inglés, ex líder de la banda Wild Beasts (que duró 16 años en pie hasta desintegrarse en el 2018) entrega desde el inicio un mundo profundamente personal que no genera mucha atracción. La mayoría de las veces la vida no tiene que ser interesante; pero el arte sí. Quizá éste músico nunca supo ese detalle, incluso con toda su experiencia y talento.
“Diviner” también es la canción que abre la placa y ya se nos presentan las dos dimensiones que estarán hasta el final de la misma. Estas son: piano y guitarra, siempre acompañadas de la característica voz de Thorpe, a la que hay que ponerle mucha onda para encontrarle el gusto. En su letra encontramos la angustia del autor por descubrirse solo y desprotegido luego de la ruptura de su banda; pero en contrapunto aparece la intención de hallar un nuevo camino.
En “Love Crimes”, quizá porque el músico originario de Cumbria entiende esto como un desamor muy doloroso, la música quiere despegar. Así, la máquina de velocidades cambia hacia ritmos que nos ilusionan con una mejora, aunque la ilusión dura poco. Aquí sorprenden los sonidos que entran en la paleta de la electrónica, con un loop de metales que giran a lo largo de “Earthly Needs”, una de las mejores canciones incluso con su letra tropezada, caída, donde aparece el mal logrado verso “Emotional Jiu-jitsu / your finishing move”.
Las canciones “Stop Motion” (con el piano y guitarra de protagonistas con un sentido musical plano, sin matices ni emoción) y “In my Name” (la misma intención sin ningún aporte verdadero) suenan viejas, como si el artista las tuviera en su mochila de emergencias para usarlas cuando estuviera perdido, lo malo que el tiempo lo alcanzó y al utilizarlas ya había pasado su momento.
Hasta aquí la voz controlada gracias a la buena técnica, que le permite desafinar y afinar de una frase a otra, no se ha desprendido de ese halo abatido que cansa. Así se abre “Anywhen” que parece mostrar un poco de luz. El violín y la batería que florecen vuelven a ilusionar pero para ese momento ya es tarde, pues el álbum está en su recta final, donde aparece la interesante pieza ambiental “Spherical Time”. Curioso que es el único tema sin voz y que sobresale hacia lo positivo.
Así desemboca todo este caos y esta catarsis en “Impossible Object” donde asegura que “un mundo nos está esperando afuera”, como si necesitara volver mantra esa frase para escapar de su ensimismamiento y hacer otro disco, uno que no esté quebrado y que sea para todos, o para muchos, no sólo para uno.