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10
2018
¿Tendrá algún artista la meta de realizar 100 discos a lo largo de su carrera? ¿O es solo una locura por parte de Robert Pollard? Sea de una u otra, ya llegó a su álbum 101 con Space Gun.
Acompañado de una alineación remasterizada, el nuevo disco de Guided By Voices es una prueba de que se puede envejecer dignamente.
Después de más de 20 años de carrera y más de 2000 temas, Pollard jura. "Las canciones simplemente vienen a mí". En realidad es más que eso, el músico de 61 años mantiene una muy conocida ética de trabajo que, aunada a su placer por el café, lo han llevado a ser uno de los artistas más prolíficos de nuestra era.
Pero entrados en materia, porque esto es una reseña de su nuevo disco, hay que decir que Space Gun es un trabajo completo, uno que hace temblar a cualquier veinteañero que se jacte de hacer música.
Con el line up más reciente (en el que se incluye a los veteranos Doug Gillard y Kevin March además de los recién llegados Mark Shue y Bobby Bare Jr) GBV nos entrega quizá su mejor trabajo hasta la fecha, en el que las letras de Robert logran expresar de una manera tan vívida cada emoción y que son llevadas de la mano, con una precisión única, con los riffs de una guitarra distorsionada que se acompasa con la batería en el fondo.
No nos engañemos, este disco mantiene la esencia de los anteriores: es disruptivo, agresivo e impredecible. Abre con la canción que bautiza el proyecto: "Space Gun" que, bajo capas y capas de guitarras y sonidos de sintetizador, se siente como un golpe de lleno en la cara cargado de juventud perdida e historias adolescentes. Para ser sinceros se escucha como el resultado de poner a tocar a Interpol y Dinosaur Jr. juntos, pero eso no tiene porqué ser algo malo... al contrario, el tema abre a la perfección un LP que no sabíamos que necesitábamos.
"Colonel Paper" es sexy y profunda. Es la canción que, por alguna razón, funcionaría perfectamente en el soundtrack de tu etapa de universidad (incluso si nunca fuiste a una).
Los decibeles bajan con "King Flute" y "Ark Technician" y lo hacen para bien. Un par de tracks más melódicos que, sin embargo, no pierden el alma del disco en general: guitarras y batería aderezadas con el synth que le da esa atmósfera única. Esta última se apodera del sonido en "That's Good" y vuelve melancolía cada nota de la canción. Mi tema favorito sin duda alguna.
Ningún track sobra. Cada salto de canción es una estación de tren en la que la arquitectura musical se puede admirar en su totalidad. Para ser más preciso este larga duración es un viaje lleno de experiencias que todos hemos tenido (o al menos deberíamos tener), pero que no dejan de ser únicas: tu primer concierto a solas, la duda existencial en tu cuarto, el último día de clases, las noches de llanto por desamor, el estar perdido en una ciudad desconocida... todas musicalizadas magistralmente.
Quizá solo me estoy volviendo viejo, pero este disco lleno de metáforas, referencias literarias, irreverencia y un cúmulo de estilos musicales mezclados a la perfección me parece el más coherente y mejor logrado hasta la fecha (aunque no es el mejor de su carrera). Sobra decir que es mi favorito desde ya.
El álbum ya está disponible y es un must para todo amante de la música que quiera recordar y sentir un hermoso vacío en el corazón.