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Gorillaz — The Now Now

8

Gorillaz
The Now Now

Parlophone / Warner / 2018

Artista(s)

Gorillaz

The Now Now: No hay lugar como el ahora.

Después de mucho tiempo y rumores de su posible separación, enojos, malviajes y catástrofes inmencionables que solo podrían ocurrir en el mundo de las bandas animadas y ficticias, Gorillaz regresó con Humanz el año pasado. El material que lanzaron fue un pastiche de trap, dance, dub y hip hop que resultó en su álbum más glamoroso y callejero –porque esas dicotomías son enteramente posibles en este caso– a la fecha. Sin embargo, también resultó ser a veces exhaustivo y complicado de digerir en una sola sentada. Era momento de una retirada pronta en lo que se bajaban los humos del exceso.

Y eso terminó este año. Gorillaz quiere sentirse más real y decidió volver a casa con el tranquilo y fascinante The Now Now. Los cameos artísticos estrafalarios y los beats estridentes y catárticos han sido suplidos por melodías sutiles, arreglos melancólicos y una honestidad inusitada en la voz de la mente maestra Damon Albarn. No lo había escuchado tan vulnerable desde el 13 de Blur.

Los pocos momentos en donde se dejan ver invitados es en el grito de verano peligroso que manifiesta “Humility”, en donde el mítico George Benson hace de las suyas en los arreglos. El siempre apreciado Snoop Dogg nos regala un verso que satiriza la vida de superestrella en “Hollywood”, que sirve como puente para no perder el hilo más llevadero de Plastic Beach y el letargo desesperado de este trabajo. En los demás temas, tenemos únicamente a Albarn para que nos guíe por el lado oscuro y tortuoso de su sentir en 2018, y no podríamos pedir a alguien mejor para que nos ceda el paso.

La voz que alguna vez nos dijo “vamos, supéralo, porque el amor es lo mejor que tenemos” en el himno “Tender” del ya mencionado 13 ahora nos abre un mapa lúgubre de EUA que de vez en cuando deja ver destellos de luz funky y divertida. La hipnótica “Tranz” nos manda en hacia un pozo sin fondo en donde cada color es peligroso y atractivo, mientras que “Kansas” y “Idaho” son paradas en donde cada partícula de polvo es un lamento de esperanza al que queremos aferrarnos. Los pasos firmes y sintetizadores insistentes de “One Percent” nos hacen pensar que todo está perdido, pero que quizás eso sea algo bueno, y el cierre bailable de “Souk Eye” hace que un paisaje desolado de noche se convierta en el interior de una bola de disco rota.

Gorillaz ha cambiado lo fastuoso por la poesía y el caos por el silencio. En mi opinión siempre han sonado mejor cuando se resguardan, como en “Tomorrow Comes Today” de su disco debut; en “El Manana” de Demon Days y en “To Binge” de Plastic Beach. Es aquí cuando Albarn –o 2D, si se quieren poner muy técnicos– da rienda suelta a una creatividad más controlada y ofrece capas de sonido y significando poco. Éste era el Apocalipsis del que nos advertían. Es el fin del mundo como lo conocemos y Gorillaz se siente bien al respecto.