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City Slang / 2016
13/Jun/2016
Parte de la belleza de visitar un lugar nuevo es saber que nunca volverás a estar ahí. Incluso si regresas al mismo sitio, ni tú ni ese lugar serán exactamente iguales. Es una afirmación un tanto nostálgica pero una que sublima cada recuerdo que puedas guardar de dicha experiencia.
En la primavera y otoño de 2014, Larry Fitzmaurice –que produce música bajo el nombre Gold Panda– viajó a Japón con la fotógrafa Laura Lewis. La intención del productor británico no era hacer otro álbum sino grabar una serie de field recordings para publicarlas con las fotografías de Lewis como una especie de documental visual y sonoro. Al final el proyecto no se concretó, pero ambos viajes, así como las grabaciones realizadas, sirvieron de inspiración para Good Luck and Do Your Best.
Los 44 minutos minutos de este trabajo suenan como diversas iteraciones de esa nostalgia por un viaje o una temporada que ha quedado en el pasado. Fitzmaurice hace uso de las mismas grabaciones que utilizó en el viaje - como un gran sample de un jardín japonés en “Unthank” - y logra que existan dentro de una particular amalgama sonora de MPC y sintetizadores.
Un MPC es un tipo de secuenciador producido por Akai, compañía Japonesa, que se popularizó a principios de los 90 y ha llegado a ser un estandarte en las producciones de hip hop y house. Fitzmaurice es notable por tener una colección particular de MPC de diversos años y su equipo definitivamente aporta esa vibra melancólica. Aunque a momentos el disco oscila entre sonidos de alguna consola de videojuegos –ver “Chiba Nights”– y tracks de hip hop de los 90 a la J Dilla o Beastie Boys –ver “Autumn Fall”–, cada corte tiene algunos elementos que solo podrían pertenecer a nuestra época. Sea mediante arreglos de cuerdas o algún kick particular, la placa resiste la tentación de anclarse 100% en el pasado o en un lugar único.
En esencia, Good Luck and Do Your Best pareciera documentar los procesos de un viaje sin tratar de hacerlo evidente. Partiendo de la premisa de que un documento jamás le hará justicia a la experiencia real, Fitzmaurice ha mencionado que tenía la idea de hacer un blog de viaje para “compartir su propio Japón” pero no lo hizo por miedo a no capturarlo adecuadamente. Sin embargo, Good Luck and Do Your Best parece estar cargado de esa intención: homenajear el pasado y permitir que embellezca nuestro presente.
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Cat's Eyes / 2016
13/Jun/2016
¿Cuántas veces deseamos haber vivido en la época dorada de la psicodelia? Sí, en los 60. A través de Treasure House, el segundo álbum de estudio de la pareja Faris Badwan y Rachel Zeffira, mejor conocidos como Cat’s Eyes, este sueño es materializado. A sabiendas de que últimamente la industria está copada de psicodelia, en esta obra compuesta de 11 piezas se aprecia una gran reverencia al paso del tiempo y a la cápsula dolorosa del ayer, evocada con fusiones de dream pop, rock clásico y lo-fi.
El sonido de arpa y violines como aflorados de una caja musical en “Treasure House”, en contraste con la voz de Faris Badwan, no la convierten en una canción que atrape. En cambio, “Drag” es seductora desde las cuerdas vocales sopranas de Rachel Zeffira, que juega con sus entonaciones encubiertas por un piano misterioso que después estalla en panderos y sonidos sesenteros alucinantes.
En extractos como “Be Careful Where You Park Your Car” existe un panorama a go go en manos de Rachel, quien toma el control en un tema que se percibe clásico y alegre. “Everything Moves Towards the Sun” es minimalista y experimental, repetitivo, pero nada aburrido.
El protagonismo de Faris como vocalista en “The Missing Hour” es masónico. Recuerda un poco a “I Only Think of You” del repertorio de The Horrors. El vaivén de algarabía en cortes anteriores se minimiza con un oleaje de letras tristes y sonidos instrumentales.
Faris Badwan no es precisamente un amateur de la onda psicodélica. “We’ll Be Waiting” juega con la personalidad del vocalista de una de las bandas que se ha ganado el respeto en la industria con Luminous. El estilo de este segundo material de Cat’s Eyes persigue al del primero, homónimo de 2011. Permea con el amor que Faris profesa a Rachel Zeffira en la vida real. Tan solo viendo la portada de Treasure House, ya se nos clava en la pupila esa imagen de mimetismo entre ambos, frente a frente, mirándose.
“Standoff” es cómplice de toda la experiencia de Faris Badwan en el espectro psicodélico: rasga en ritmos garaje rock a través del poder de la guitarra, una batería salvaje, efectos y coros espiritualizados. Quizá sea un track adecuado para otro álbum y no para Treasure House, que atrae por su personalidad misteriosa. Es una transmutación continua de perfiles entre Faris y Rachel.
El esfuerzo es vano en “Chameleon Queen”, que no se unifica con el resto del álbum. Aunque, hilando “Girl in the Room”, “Names on the Montains” y “Teardrops”, construimos un vitral de instrumentación orquestal que nos deja mirándolo ensimismados, pensando en las fracciones de tiempo ensoñador y vanagloriando grandes épocas de influencia inalcanzable. Hacer match en la industria teniendo otras batutas sí da resultados positivos, tanto como los ha tenido Cat’s Eyes desde hace cinco años.
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