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In The Red / 2018
No pares y vuela todo a tu paso, o casi todo, como los efectos de la vida moderna, la alienación y la pasividad. Es el mensaje que lanza Ty Segall al mando de GØGGS, una de sus tantas bandas. Y que entrega su segundo disco después de dos años de su debut. Ahora, con Pre Strike Sweep se lanza de nuevo al ataque y no ofrece descanso. Tal y como es Segall, que no deja de producir música.
Desde el primer tema “Killing Time” (que comienza con una guitarra acústica que desconcierta y confunde) hasta el último, “Morning Reaper”, recibimos ráfagas del más puro estilo garage punk. Las guitarras rabiosas están aquí, la batería desenfrenada está aquí, el bajo loco está aquí, la voz desprolija que arenga está aquí y los gritos provenientes de una caverna que colapsa están aquí. La caverna colapsando también es el estruendo de la caótica musicalidad de Pre Strike Sweep y nosotros somos unos pequeños exploradores, indefensos y asombrados dentro del derrumbe. Es el efecto que generan las olas de estruendos de este álbum construido por Charles Moothart, Chris Shaw y Michael Anderson bajo el mando, claro, de Segall.
En Pre Strike Sweep encontramos pequeñas sorpresas incrustadas en mitad de algunos temas, como en “Disappear”, que contiene un solo exprés de batería y otro de guitarra que sale de lo establecido por su noise punk, un toque nada más, casi imperceptible, que se agradece.
Pero aunque el disco no lo permite, hagámoslo y paremos un momento, ¿a dónde va este álbum de GØGGS? Lamentablemente parece que la banda no lo sabe. Pre Strike Sweep es mucho ruido y poco más, pero solo eso. Por momentos (y la sensación crece mientras avanza el disco) parece que todo es estruendo sin dirección, algo que no se siente en su álbum debut, que lleva el nombre del grupo.
Es evidente que esta banda y este disco en particular son utilizados de buena forma para que Ty Segall vierta todas sus inquietudes e inclinaciones más drásticas, pesadas y rabiosas. En ese sentido se logra, siempre llevadas al límite por la voz de Shaw, sin embargo, al escuchar el disco uno se siente perdido y no logra disfrutar de más hallazgos, ¿qué no el fondo de volarlo todo es construir algo más? Por eso digo que el sonido actual de GØGGS es una caverna colapsando y uno el pequeño explorador dentro de esa oscuridad.
Al terminar de escuchar el álbum, y en el entendido que no hay enfoque en él, pero que tampoco es un mal disco, pensé que una de las bases conceptuales que lo componen es el ya famoso: “no sé lo que quiero, pero sé cómo conseguirlo”, que produjo en varias bandas aciertos monumentales hace décadas, pero también grandes estragos en los más rabiosos y grandes músicos, no en ellos, sino en la imposibilidad de llevar sus producciones al máximo, justo por no tener algo de fondo hacia donde ir. Algo que creo que esta banda puede hacer y no lo logró con esta reciente entrega, que sí está en llamas, sí sacude y sí gusta, pero nada más.