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Columbia Records / 2019
Su nombre artístico, puede ser una palabra difícil de pronunciar (/jesefelstain/), pero eso no es impedimento para que el francés Mike Lévy destaque si es que de música electrónica se trata. A los 25 años produjo dos canciones del consagrado Yeezus de Kanye West y ha colaborado con artistas como Depeche Mode, Daft Punk y Lana Del Rey. Le gusta vestir de traje en sus presentaciones. Esto no le incomoda, al contrario, lo sofistica. Ese mismo estilo se ve reflejado en la portada de Hyperion, su reciente producción.
La carátula está cubierta, totalmente, de color negro, lo que toma por sorpresa al público y aumenta la curiosidad por ver la contracara. Las ansias por saber qué ofrece se acrecientan al ver a The weeknd, Pharrell Williams y a Haim colaborar en esta producción. Así, lo simple de la portada se transforma. La ambición por mantener esa sofisticación crece… ¿logrará estar a la “altura” en cada canción?
La primera, homónima al álbum, nos envuelve en un loop interminable, que, acompañado de un piano eléctrico, da la sensación de encontrarse en una montaña rusa. Despierta más la curiosidad, pero vamos por partes. Es solo la primera composición.
"Reset" se convierte en un juego de misterio e intriga. Mezcla sonidos que recuerdan a lo hecho por Kraftwerk en "The Man·Machine". En este caso, el techno oscuro pero persuasivo lleva al oyente a mantenerse en vilo sobre lo que puede acontecer para dar paso a la voz melódica de The Weeknd. Te captura. En su colaboración, llamada "Lost in the Fire" retrata, de manera explícita, los deseos de un hombre por tener a su chica una vez más, a pesar de que ella sabe que él suele invitar a una persona nueva cada noche. Esta es la tercera colaboración realizada entre Lévy y The Weeknd. Las dos primeras se dieron para un EP del canadiense. "Lost in the Fire" apunta a hit apenas se escucha.
El loop vuelve a crear misterio, esta vez en "Ever Now". La confusión también sobresale. De momentos, la sensación de escuchar el sonido de las manecillas de un reloj se intensifican. Pronto, los casi dos minutos de canción se acaban. "Blast Off", en colaboración con Pharrell Williams, denota la inspiración en los sonidos electrónicos de su compatriota Jean-Michel Jarre. Las notas agudas y graves que Pharrell le proporciona a la canción ayuda a crear una melodía que se vuelve atractiva para el oyente, pero que conserva y remarca el mismo discurso que proponía "Lost in the Fire".
En "So Bad", la inspiración en Jarre aumenta. La atmósfera espacial que recuerda a "Atmosphere", da inicio a la canción, lo que lo convierte en el matiz que las hermanas HAIM necesitan para pedir al oyente que no sea “tan malo” con los sentimientos que se exhiben en la canción, la cual termina con la lección de salir adelante pese a los problemas.
"Forever" se consolida como la promesa entre dos personas y su anhelo de una de ellas al “salvar” a la otra. Además, de ver a esa persona como la única que puede llevarla al nirvana que busca. La atmósfera espacial continúa, pero no resulta ser tan atractiva ni efectiva como lo fue con "So Bad", pese a las tremendas colaboraciones que maneja, con el DJ francés The Hacker y el dúo synthpop Electric Youth. La canción seduce después de la segunda o tercera oída. Eso sí, no deja de ser una propuesta electro-synth pop interesante. Con "Voltex", antepenúltima canción, Lévy vuelve a lo trazado por "Reset". Parece ser la continuación. En cuanto a calidad compositiva, no hay mucho que rescatar.
La siguiente, "Memora", deja de brindar flexibilidad, canción tras canción, sonido tras sonido, a un álbum que empezaba con una propuesta novedosa en cuanto a salirse de los estándares de los DJ de música electrónica más conocidos (Alan Walker o David Guetta, por nombrar a algunos). Eso sí, el trabajo por mantener el estilo “oscuro” en sus creaciones, se resalta. El final de este álbum, con la canción llamada "Humanity Gone", retrata de manera adecuada este título, pero sigue el mismo patrón de las cuatro composiciones que la anteceden. Es tenue y calmada. Pero, el hecho de que se convierta en un trabajo de 10 minutos, lo vuelve pesado y le quita la posibilidad de que el oyente pueda digerir de manera más fluida el final.
No hay duda que las colaboraciones son la fortaleza de esta producción, pero que, más allá de pretender ser sofisticada, ambiciosa o responder a la pregunta que inicia esta reseña, resulta convertirla en la debilidad de la misma y la limita en cuanto a sonidos y mezclas. Esto deriva, lo que es muy notorio en las últimas canciones, en un concepto que termina convirtiéndose en ambiental y que no logra encontrar un equilibrio con las primeras composiciones. Lo recomendable sería destinar otra producción en la que se arme y aprecie ese concepto que, no dudo, fortalecería la identidad musical del artista. Su talento lo está llevando lejos dentro de una industria de mayoría americana.