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Domino / 2018
Según el líder de Franz Ferdinand, Alex Kapranos, la quinta entrega de la banda es “la perfecta introducción a la década que está por venir”. Con un cambio de integrantes y la premisa de tomar esta oportunidad para salir de sus roles usuales y experimentar con cosas completamente nuevas, Always Ascending es efectivamente diferente a lo que estábamos acostumbrados. Sin embargo, en lugar de algo totalmente desconocido, se trata de un sonido familiar fiel a la esencia de la banda, permeado por elementos de la música disco.
Always Ascending es un álbum conceptual. Un álbum en el que Kapranos delata lo que podríamos llamar la insoportable levedad del ser y las problemáticas humanas en una sociedad “moderna” (con ironía, sarcasmo y cinismo). Esta crítica constructiva comienza con dos de los sencillos seleccionados para atraer la atención de los fans. “Always Ascending” y su hipnotizante lema abren el panorama para entregarnos sintetizadores y un saxofón interesante. Por su lado, “Lazy Boy” se muestra como la más pegajosa del disco con un coro accesible y sonidos eléctricos muy futuristas.
Le sigue un llamado a la acción para cambiar el mundo y quitarnos las etiquetas. “Paper Cages” y “Lois Lane” marcan un discurso de esperanza agridulce a cambiar la manera en que nos comportamos. Aunado a esto, encontramos una exposición de la superficialidad y las tendencias que rigen la cultura actual. Kapranos hace un statement al llamar “sham bohemians” a ciertos privilegiados de la sociedad en “Huck and Jim”; mientras que en “Glimpse of Love” (la más destacada sonoramente) destroza los estereotipos sobre el amor, atracción y belleza.
“Finally” es la más parecida a lo que conocíamos de Franz Ferdinand. Sin embargo, se acerca al sonido de las canciones menos destacadas. De manera similar en términos poca relevancia, “The Academy Award” propone un piano calmado que resulta en una canción aburrida y más larga de lo que quisiéramos.
Rumbo al final encontramos “Feel the Love Go”, sencillo muy bailable y muy disco que sube la energía indudablemente. Desafortunadamente, como último tono está “Slow Don’t Kill Me Slow”, la cual tal vez se siente poca cosa después del hype de su predecesora o tal vez es solo un relleno.
Always Ascending recae en menos guitarras que las que marcan la identidad de Franz Ferdinand. Encontramos los mismo beats repetitivos y adictivos que los identifican, pero nos mueven a territorios de acordes distorsionados y el uso (sin abuso) de sintetizadores. Hay menos rock y más pop. Hay más bajo y elementos funky para ponernos a bailar. En general, es un buen disco. No es excelente, pero tiene lo suyo.