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Boys Don't Cry / 2016
Cuatro años tuvieron que pasar para que Frank Ocean llegara con el segundo álbum, después del mundialmente aclamado Channel Orange. Solo un día después del lanzamiento de un “video álbum” llamado Endless, en Apple Music. Endless es otra historia, pero concluimos que era un aperitivo con las nuevas direcciones musicales de Ocean, aunque lleno de ideas truncas, y que deja sospecha de que el proyecto era realmente un artificio promocional para beneficio de la plataforma musical de la manzana mordida, calentar la plaza y despertar el bullicio en las redes antes del lanzamiento del platillo principal, solo un día después.
Blond[e] es denso y ambicioso, falta nada más repasar la lista de productores e invitados musicales especiales que hacen su cameo para entender la magnitud del proyecto: Beyoncé, Jamie xx, Pharell Williams, Jonny Greenwood, Andre 3000, James Blake, Kendrick Lamar y Tyler, The Creator, entre otros. Es un álbum que merece unas tres o cuatro escuchas para empezar a descarapelar las secuencias narrativas que se desenvuelven en torno a la temática principal. Y como tema principal, Ocean sabe, al igual que cualquier otro rapero que se respeta, que no hay nada más interesante en este mundo que su propia vida. Pero a diferencia de los Kanyes, Jay-Z’s y Drakes de este mundo, Ocean no está interesado en presentarnos la conclusión, álbum tras álbum, de que es una chingonería consumada, el arte de Ocean es más frágil, porque él es una persona más frágil, sus canciones son confesiones sinceras de un artista que no ha tenido miedo en reprimir su lado femenino dentro de un mundo que a veces celebra la misoginia. Si, es un álbum donde nos colocamos para escuchar los lamentos de otro artista sufrido, pero en ese arte de hacernos sufrir su melodrama, hoy en día, Frank Ocean está en otro nivel.
Uno de los adjetivos más comunes que se ha dicho sobre Blond[e] por parte de sus detractores ha sido: monótono. En efecto, nada de este álbum te va a brincar a la cara como “Pyramids”, en su lugar está el sonido de algún tipo de new soul con beats minimalistas (Brian Eno es citado como una influencia) e instrumentalización ecléctica. “Nikes”, el primer sencillo que se desprendió del álbum, no es la mejor canción pero cumple su función como número abridor: dicta la pauta de lo que será el resto del LP, una canción que se retuerce y gira hacia diferentes direcciones sin abandonar el sabor melancólico pausado que permeará la siguiente hora de música; el número también ejemplifica una de las latentes debilidades de Ocean, no es la supuesta monotonía, es un presagio de que su cabeza puede acabar adentro de su propio culo si no se disciplina, experimentos innecesarios como la voz de Alvin la Ardilla abren “Nikes” y por consecuencia el álbum, un toque que no aporta nada a la narrativa de la canción ni mejora el sonido, pero se siente como un lujo por parte de un artista que dijo: “¿qué es lo peor que puedo insertar en esta canción, lo voy a hacer, y va a funcionar, porque soy Frank Ocean”, (me imagino).
Sorpresivamente la guitarra es pieza principal en muchas de las canciones, un rasgueo despreocupado le da un toque especial a “Self Control”, y una acústica sugiere mayor fragilidad mientras Ocean recuenta sus arrepentimientos en “White Ferrari” (y si la melodía en esta canción recuerda vagamente a “Here, There, and Everywhere”, en efecto Lennon-McCartney aparecen como coescritores). James Blake aparece en “White Ferrari” para despedir la canción, una costumbre de Ocean, Beyoncé hace lo mismo en el outro de “Pink + White”. El único invitado que se roba el show en su rola, dentro de esa impresionante lista de RSVP’s, es Andre 3000 en “Solo (Reprise)”, rapeando a la velocidad de la luz con su reconocido sentido del humor retorcido, cual número de Stankonia. Hay otro destacado, Jonny Greenwood, recientemente reconocido maestro de las piezas para cuerdas, orquesta la parte instrumental en “Seigfried”.
Pero Blond[e] necesita ser disfrutado como un ente completo, decíamos que no hay un solo momento explosivo por encontrar como los había muchos en Channel Orange, el cual también recogió aplausos por su cohesividad. Blond[e] es aún más entero como LP, un sueño estilo Lynch dentro de la vida de Frank Ocean grabado en VHS; incluidos por aquí y por allá hay pequeños soundbytes como un mensaje de la mamá de Ocean recordándole que no use drogas en “Be Yourself”, un tipo con pesado acento europeo relatando cómo cortó con su novia en “Facebook Stories” (se imagina uno a Ocean escuchando), y dos tipos argumentando por unos segundos porque habían dejado de salir con chicas al final de “Good Guy”. Es en esta última, donde Ocean le canta una canción a un tipo, sobre cómo lo conoció y “a pesar de que hablabas más que yo… me llevaste a un bar gay”. La bisexualidad de Ocean ya no es algo para clavarse, pero sigue apareciendo de vez en cuando en este sueño.
Cuatro años le tomó a este artista terminar este álbum, cuatro años en la vida de una persona sumamente sensible, y en esos cuatro años no nos dejaba de aquejar la preocupación de que con suficiente dinero, este artista podría desaparecer de la luz pública; ahora con el lanzamiento de Blond[e], vuelve a la superficie ese temor. “Ivy” es un ejemplo de la manera tan diferente que tiene esta persona para percibir las cosas. Aquí en un post de Tumblr de 2012, el artista recuenta su primer amor a los 19 años, historia que es paralela a la letra de “Ivy”. “Pensé que estaba soñando cuando me dijiste que me amabas”, recuerda Ocean, para después rememorar los mejores tiempos antes del dinero y la fama, pero “nunca seremos esos chicos otra vez”, reconoce. En papel se lee muy cursi, en Blond[e] se escucha diferente.