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Warp Records / 2019
Flying Lotus es un proyecto que deja huella. Por lo menos así lo recuerdo la primera vez que lo escuché. Hay experiencias que a uno le gustaría poder repetir. Una vez un amigo me dijo que quisiera volver a probar el mango por primera vez. A mí me gustaría hacer eso con FlyLo. Si preguntas por ahí, te van a decir que Steven Ellison hace música electrónica. Pero en realidad funciona más como un collage. Otros dicen que hace jazz. Quizá también tenga algo de funk o soul. En su sexta producción, FlyLo es él mismo.
Es complicado encontrar tu lugar en el mundo. Crear una identidad. Por suerte para Steven, parece que ya la ha maleado. En Flamagra se rodea de otras personalidades, de identidades que enriquecen un trabajo de muchos años. Ahí aparecen nombres como David Lynch, o Solange. También está un tal Thundercat. Nada mal tener un amigo que sea considerado como uno de los mejores bajistas de los últimos tiempos. Con nombres así, las cosas no pueden salir mal.
Es cierto que otros trabajos de Flying Lotus puedan tener mayor relevancia. Flamagra es un álbum que se va desenvolviendo poco a poco, brillando un poco más en cada escucha. 27 canciones que duran un poco más de una hora. Menos es más suelen decir, y en canciones como “Capillaries” eso parece cobrar sentido. Un bajo exquisito, cuerdas para reflexionar. Cuando los artistas tienen un discurso, canciones con las que conectas, es más fácil sentir una conexión, pero hay algunos artistas que no necesitan de los discursos o las palabras para atraparte. Quizá hay algo más hermoso en lograr tal cohesión.
Cinco fueron los años que tardó Flying Lotus para hacer el Flamagra. En dicho espacio temporal, las personas suelen cambiar. Un día eres capaz de hacer una canción que hable sobre una experiencia que parece única en el momento, y, quizá, dos años después, la experiencia se devele como algo insignificante. Pero son buenos los recuerdos, son como entradas de un diario musical que se revela vasto y cautivante. Semejanzas y disparidades. Contrastes que se agradecen.
Las críticas son dispares, algunos dicen que es un trabajo del montón, pero ese es un término que no puede más que ser injusto en un artista como Flying Lotus. Puede gustar más o menos, pero jamás se perderá en la mar de la mediocridad. De sensaciones pop a lo más experimental, el sexto disco de estudio de Flying Lotus logra estar a la altura del legado de uno de los más importantes músicos de la actualidad y quien lo dude que escuche “Debbie is Depressed” en repeat unas cuantas veces.