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Universal / 2018
Florence lo ha hecho otra vez: ha creado otro álbum lleno de poesía. Esta vez uno totalmente diferente a los que le conocíamos.
Ha sido una grata sorpresa ver la evolución que ha tenido. Al principio nos ha tomado un par de escuchas acostumbrarnos a las nuevas canciones. Suenan más desnudas, musicalmente hablando.
Si los fans de Florence and The machine están esperando los sonidos sobre-producidos y la influencia del rock de sus trabajos pasados como Ceremonials, Lungs o How Big, How Blue, How Beautiful, lo más probable es que se sientan un poco decepcionados, pero vale la pena darle una oportunidad.
Este álbum es diferente: puro y sencillo, como sinónimo de hermoso. La simpleza de sus arreglos nos permite enfocarnos en la belleza melancólica de la voz de Florence Welch y lo que dice. Con High as Hope, Florence and The Machine ha evolucionado hacia los terrenos místicos de la profundidad sentimental de su vocalista.
Desde el 2017, Florence Welch anunció la creación de su cuarto álbum de estudio. Se refirió a él como un “hoyo negro” en donde aborda temas como sus rupturas amorosas, el alcoholismo y problemas con la anorexia en su juventud en canciones como “Hunger”.
Las letras de las canciones son crudas, pero necesarias. Hoy en día son pocos los artistas que se atreven a ser sinceros por lo que la intención se aprecia desde el primer corte “June”, que habla de la necesidad de dejar ir aunque a veces no se quiera.
El disco está coproducido por Emile Haynie conocido por su trabajo con artistas como Lana Del Rey, Lykke Li y Kanye West. Dentro de cada corte (melodía) se encuentran los detalles perfectos que reflejan los problemas que Florence tuvo que enfrentar en su camino a la adultez y su manera de sincerarse al respecto. Cada canción se vuelve una reflexión perfecta sobre la vida, algo con lo que todos podemos identificarnos.
Un detalle que continúa es la idea del melodrama musical, casi como si fuera música para cine: tambores tribales que se juntan a orquestas de cámara. Un piano grandilocuente y la voz de Florence, siempre aguerrida, como si estuviera llamando para una batalla.
Al final, cabe decir que quizá este álbum no es un cambio de rumbo de la banda, sino una evolución de un estilo único que vienen gestando desde hace años y que encontró en la honestidad una salida a través de un álbum hecho poesía pura.