10
Epic Records / 2020
06/May/2020
La mente de Fiona Apple nunca ha trabajado de la misma forma que la del resto del mundo, es una artista especial con un ingenio único. Trataron de silenciar sus ideas por mucho tiempo luego de decir en los premios MTV de 1997 que el mundo de la industria musical “es una mierda” y alentar a la gente a “ser ellos mismos”. Eso hizo ella, al tomar el tiempo necesario para elaborar cada uno de sus impecables discos, lejos del estándar de lo que una cantante pop tiene que ser y manteniéndose fiel a sí misma.
Muchas veces su música carece de una estructura lineal, con sonidos arrítmicos, como una erupción de emociones y conflictos con el pasado; también tiene momentos armónicos, con una necesidad de entender al mundo, de llegar a un acuerdo consigo misma. Fetch the Bolt Cutters es una extensión de esas cosas que la han torturado por años; las repercusiones de haber sufrido una violación a los 12 años, su compleja relación con las mujeres, lidiar con hombres cobardes, depresión y caóticos lazos amorosos. Todo esto musicalizado por una amplia gama de percusiones, coros, arreglos de piano y cuerdas, y efectos de sonido que producen una pieza musical inclasificable.
“Pero sé que un sonido sigue siendo un sonido aunque no haya nadie alrededor”, canta Apple en “I Want You to Love Me”, pensando en “la naturaleza de las cosas”—“existo, me veas o no, estas ideas sobre mí son reales, las creas o no”, comentó en una entrevista con Vulture recientemente. En dicho tema, la cantante expresa su actual sentir, parece haber encontrado paz, se confiesa mientras genera las raíces de una balada con un ímpetu teatral.
En "Shameika", Fiona recuerda una anécdota en la secundaria en la que un grupo de niñas comenzaron a reírse de ella tras preguntarles si podía sentarse con ellas. Shameika se acercó y le dijo “¿por qué quieres estar con ellas?, tú tienes potencial”—“ahí es donde mi relación con las mujeres comenzó a joderse”. Esa reminiscencia se convirtió ahora en esta errática canción, que cambia de compás constantemente, creando la ilusión de un túnel, donde la artista trata de huir de ese recuerdo que implica el rechazo.
“Fetch the Bolt Cutters” es una orquesta de percusiones con todo tipo de objetos: campanas, latas vacías, tambores, contenedores, e incluso su cuerpo y una mariposa de metal que encontró en el pasto fuera de una escuela. Fiona Apple es consciente de lo que quiere decir, “libérate, pase lo que pase”, una parte importante de este disco es “no tener miedo a hablar, salir de la prisión en la que te has permitido vivir.” En su caso, “huir de la imagen que el mundo me dijo que era y que realmente creí”. “Todo lo que podía oír era el ruido de la gente cuando no saben una mierda…tengo la idea de que no era real, pero sigo aquí y necesito subir esa colina” —una referencia a "Running Up that Hill" de Kate Bush.
La voz de Fiona ha cambiado, suena gloriosa en distintos momentos, como en “Relay” donde pasa de un toque flamenco a un vivaz estilo de ópera, para terminar vocalizando como si estuviera a punto de dar un concierto. Durante la canción Apple repite “el mal es un deporte de relevos, cuando el que ha sido quemado, decide pasar la antorcha” como un mantra que se asemeja a ese dicho de “no busco quién me la hizo, sino quien me la pague”.---y prosigue “pero sé que si te odio por odiarme, habré entrado a una carrera sin fin”, eligiendo el perdón, no sin antes lanzar un jódete a los que pretenden tener una vida perfecta en una era donde la privacidad es algo relativo, “me molesta que presentes tu vida como un maldito folleto de propaganda,” canta en contralto. ---
La vida de Fiona Apple se vio perturbada por la forma en cómo la prensa convirtió sus problemas de trastorno obsesivo compulsivo, depresión y ansiedad en el típico estereotipo de la niña triste por la que tenían que sentir lástima. Esa vulnerabilidad es quizá lo que ha hecho más fuerte a la artista, abrazando toda esa tristeza que sintió y adoptando una actitud efusiva en este álbum. Nunca antes había sido tan clara con sus sentimientos y los había expresado de una forma tan cruda y directa. En “Heavy Balloon”, Apple canta sobre la perniciosa situación que se vive cuando sufres depresión. Sin embargo, la artista siente esta imperiosa obligación de crecer y utiliza la metáfora—“me extiendo como las fresas, asciendo como los chícharos y frijoles”, por la forma en que crecen estas plantas —para señalar que está en el proceso de florecer y “tomar el control del jardín.”
“For Her” está inspirada en historias de personas que han sido violadas y abusadas sexualmente—incluida Fiona, cuya música en muchas ocasiones ha sido reducida al reflejo de este mal cultural—y temen decir la verdad o nadie les cree. “Como sabes, deberías saber, pero no sabes lo que hiciste”, se burla Apple, “¡pues, buenos días!, me violaste en la cama que nació tu hija”, canta Fiona con una rabia implacable mientras emergen las voces de varias mujeres y juntas se van elevando eufónicas formando una única voz. “Una gran parte de este disco es no dejar que los hombres nos hagan enfrentarnos entre nosotras o nos mantengan separadas para que ellos puedan controlar el mensaje”, comentó sobre el significado del disco.
Fetch the Bolt Cutters es un álbum que solo Fiona Apple pudo haber hecho, suena a ella, es ella, vive en ella; cada acierto, cada error, cada tono, cada nota, cada frase, cada sonido, cada arreglo, cada instrumento, cada detalle grita FIONA APPLE. En una entrevista con NPR, Fiona comentó “siempre quise vivir enfrentando la verdad, tomándola y convirtiéndola en algo hermoso”, creo que eso es lo que hizo la artista con este disco.
8
Other People / 2020
05/May/2020
Hay una tendencia hacia la introspección que caracteriza al género humano, una que, con el tiempo, hemos aprehendido a desaprender pues nos enfrenta con demonios que no sabíamos que co-habitaban con nosotros y con los que, obviamente, no sabemos cómo luchar. Cenizas, del músico y productor chileno-estadounidense, es una tesis sonora de esta introspección a la cuál le tenemos miedo.
Musicalmente es su trabajo más experimental y aventurado. Hay una mezcla de sonidos que evocan a la naturaleza y que se sienten más como parte de un disco con los mejores éxitos de música del mundo. Pero esta no es una comparación peyorativa, no: la manera en la que Jaar conjunta estos elementos y forma atmósferas es única. Hay reminiscencias a sus trabajos anteriores, también. En general, la música se forma a partir de sonidos inconexos que encuentran ese hilo que los une en la magistral composición que hace el creador de “Mi Mujer”.
El disco es algo que suena a Nicolas Jaar, sí, pero también es uno en el que el músico explora y expande sus límites. El material llega apenas semanas después de que bajo el nombre de Against All Logic lanzara el LP 2017-2019, una colección de música para clubs distorsionada y transformada en piezas eclécticas llenas de ritmos disco y soul. Dicho lo anterior, el que Cenizas esté firmado por el nombre de Nicolas Jaar nos muestra que es un proyecto un tanto más personal, más espiritual.
13 tracks y casi 54 minutos, es lo que dura el empaque titulado Cenizas. Sin ahondar demasiado en indagaciones perniciosas acerca del título del álbum, me parece que es un nombre acertado tanto para el disco como para el tema homónimo, pues ambos generan una extraña sensación de calor nostálgico y una imagen mental borrosa, llena de grises que manchan el cuerpo y que ensucian el aire con partículas que se adivinan de un fuego muerto. Los sonidos ambientales se entremezclan con emociones nada claras y terminan generando una especie de catarsis introspectiva (de nuevo esa palabra) que nos hacen revisarnos internamente, pero, también, lo que somos en derredor. Cenizas es un conjunto de ruinas e ideas que, o no terminan por materializarse, o han caducado en el mundo espiritual del mismo Nicolas.
Al menos para mí, el disco se entiende más como una totalidad que como una serie de temas por separado, por ello los nombres “Vanish”, “Menysid”, “Agosto”, “Mud”, “Hello, Chain” o “Xerox” se entienden más como estadios propios de un mismo ente que como seres distintos que convergen en un mismo sitio.
Hay que escuchar al menos un par de veces el disco por completo, y vas a querer escucharlo por lo menos ese par, para poder absorber el estado general que provoca este experimento sonoro. El inicio reverenciable que tiene con “Vanish”, “Menysid” y “Cenizas” se convierte en un discurso apenas coherente y emocional con “Agosto” y “Gocce”. Para la mitad del recorrido llega “Mud”, una historia en sí misma que imagina a un soliloquio trepidante y que genera curiosidad. Curiosidad que termina perdiéndose en “Vacíar” y que logra transitar hacia la locura con “Sunder”. “Hello, Chain” es más un respiro que otra cosa y sirve como antesala de la despedida. “Rubble” funciona casi como un llanto previo al adiós. Así “Garden”, mi tema favorito, termina generando la emotividad necesaria para extrañar, antes de que se vaya, al personaje imaginario que ronda en todo el disco. “Xerox” y “Faith Made of Silk” se quedan como la sombra de aquello que partió y que esperamos que regrese. Eso es Cenizas, en resumen.
Hay voces que hablan en el fondo, sí, pero el material en sí es abstracto, incorpóreo. La manera en la que cada uno de los elementos musicales y sonoros se empalman o se espacian entre ellos está destinada a ser, sino un mensaje críptico, una manera de plasmar algo que es inalcanzable: inefable.
Quizá el único defecto que tiene este trabajo, que es grande en realidad, es que se vuelve aquello que mencioné anteriormente: una tesis sonora, y no un disco o un álbum como tal. Defecto porque al final del día es un trabajo para quienes escuchan y uno que era esperado por aquellos quienes escuchamos a Jaar en cualquiera de sus facetas… uno que cuesta entender y que termina siendo ajeno por momentos.
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