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Rabid Records/Mute Records / 2017
El regreso –deseado, pero no imaginado– de Fever Ray es más que necesario, su postura político musical como una fuerza persistente, rígida y radical sirve para romper con un extraño momento en el que el alcance a la música global ha homogeneizado algunos de los géneros hasta aniquilar las pequeñas, pero significantes diferencias de cada artista o banda. Karin Dreijer, la mitad de la (¿extinta?) banda The Knife que formara junto con su hermano Olof, publica su segundo álbum como Fever Ray después de ocho años de silencio, tras el aclamado debut homónimo. Plunge es tan bueno como aquel.
El preludio para acercarnos a este trabajo es la colaboración con la artista feminista Hannah Black que puede leerse en su página web, un poema radical que pone las cosas en claro, no va a ser fácil de acercarse, se relaciona con lo corporal y el amor, pero por cuerpo se refiere a materia, a carne, a sexo, una serie de puñetazos en la cara. “Aprendí en la música que la decisión de caer es más difícil que la caída por si misma, la anticipación de la caída. Solía molestarme que la violencia sea tan íntima como el amor, pero veo que han resuelto ese problema disolviéndose uno en el otro. Es posible negociar entre el dolor y el placer, en los límites que se desvanecen del dolor y el placer, como si estuviésemos haciendo un trato, el mejor trato, un hermoso trato. Espero que uno de los dos hipnotice al otro, entonces, quien este menos hipnotizado asesine al otro, después de que todos estén muertos y establezcamos la escena, el siguiente comienzo, final, comienzo, final. Es demasiado pronto para enamorarnos, pero toda la historia ha sucedido y ahora parece que solo hay que arreglar y reorganizar el resto”.
Plunge es virulento, agresivo, bailable, terrorífico, sexual y oscuro al mismo tiempo. Ya sea en su terreno más parecido al Fever Ray como en “Mustn’t Hurry” con su ritmo hipnótico, la flauta fantasmal y los alucinantes synths mientras se contiene la protagonista. "Necesito a alguien, pero no debe apresurarse, vi la sangre, pero no era tan espantosa”; en la extensión de ese mismo sonido en “Falling” que se convierte en un cuento de suspenso por su groove y la posible manipulación-sumisión sexual del protagonista: “por qué me hace sentir sucia, sucia de nuevo, ella me hace sentir sucia de nuevo, haciéndome sentir que lo deseo mucho, haciéndome sentir que es suficiente”; o en la nerviosa, frenética y enérgica-tecnoide “IDK About You”, “conozco el camino de la fantasía, el mundo de sueños, el lugar para estar, no te conozco, averigüémoslo, si nuestros cuerpos se encuentran, empujemos y retoquemos”.
El álbum fue grabado en el estudio de Dreijer en Estocolmo con la producción de Paula Temple, Deena Abdelwahed, NÍDIA, Tami T, Peter Mannerfelt y Johannes Berglund; Plunge es un trabajo bestial, consistente, que alcanza diferentes momentos y tonos sin extraviarse. Puede ser sublime con las cuerdas hacia el final de “Red Trails” u horripilante con percusiones siniestras de “An Itch” seguidas de la voz cibernética de Karin sobre un constante beat industrial. Plunge es una enfermedad necesaria para acabar con otros males, es el sabor de la sangre luego de que te han partido la cara a puñetazos en una noche friolenta y es uno de los mejores álbumes de 2017.