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Wonderwheel Recordings / 2017
Al escuchar la música de El Búho, cualquiera pensaría que se trata de un músico latinoamericano fascinado por la cumbia, la instrumentación andina y sobre todo, por los sonidos de la naturaleza, como el trinar de las aves o el crujir de las hojas. Pero la realidad es otra. La identidad detrás de El Búho responde al nombre de Robin Perkins, un productor inglés de música electrónica con espíritu y corazón latinoamericano.
El Búho cuenta con seis EPs: A Guide to The Birds of South America (2011), Y (2012), History of Colour (2014), Cenotes (2015), Tamoanchan (2017), Chinampa (2017) y un EP de remixes llamado Cumbias de Oro (2015). Ahora, el originario del norte de Inglaterra presenta Balance, su primer material de larga duración, un álbum con una gran aportación multicultural, pues cuenta con la colaboración de diez artistas de diferentes partes del mundo.
Balance abre de la mejor manera con “Coro del Amanecer”, cuya sensación es la de despertar por la mañana, abrir la ventana y escuchar el canto de las aves y pasos humanos, con el sello de la música electrónica de El Búho y la calidad de la arpista Verónica Valerio.
Le sigue “Corazón de Rubí”, en compañía de Minük, un dueto sueco-colombiano integrado por el guitarrista Marcus Berg y la cuatrista Alejandra Ortíz. En la canción, ambos unen sus voces para cantar “Corazones rubí, nido de amor y encanto”.
En “Juku”, los ritmos andinos aparecen gracias a la participación del multiinstrumentista argentino Facundo Salgado, a.k.a. Rumbo Tumba, con lo cautivante de su charango y su flauta andina (zampoña). “Complete” es una unión entre sonidos característicos de América Latina y ritmos africanos en donde la voz de Dina El Wedidi, del Cairo, Egipto, se complementa con un acordeón.
La siguiente en el setlist es “Xica Xica”, que mezcla cumbia con música andina. La pieza cuenta con la colaboración de dos productores argentinos de música electrónica: Uji (Luis Maurette) y Barrio Lindo (Agustín Rivaldo), con quien tiene una disquera llamada Shika Shika.
Más adelante se encuentra “Papan”, tema que une dos talentos, el del músico mexicano Pablo Emiliano, especializado en la jarana y miembro de Semilla, un grupo de son jarocho y el de la poeta mexicana Citlaly Malpica, quien recita tres veces una décima, una composición poética que cuenta con diez versos octosílabos que riman el primero con el cuarto y el quinto, el segundo con el tercero, el sexto con el séptimo y el último, y el octavo con el noveno.
“Ynglingtal” remite al sonido de un río, combinado con un beat de fondo encantador cortesía del productor colombiano Jhon Montoya. Cerrando el álbum aparece “Madre Tierra” con la cantante indígena Luzmila Carpio, cuyo canto versa sobre respetar y cuidar a Pacha Mama, es decir, Madre Tierra. La cantante de origen boliviano se caracteriza por gorjear en sus canciones y aunque eso puede no ser tan atractivo para todos los oídos, con el sello electrónico de El Búho el resultado es interesante.
La apoteosis la marca “Ceiba”, con la compositora argentina Heidi Lewandowski, a.k.a. Kaleema, quien canta sobre el mundo de la selva: “Sobre las hojas camino, no tengo apuro en llegar. Desde el verde de la selva me arrulla la libertad. Seres que rondan las copas, sus siluetas puedo ver”.
Al disco lo complementan “Tlacotlan”, en la cual abunda el trinar de las aves, el graznido de los cuervos y la percusión de bombo; “Chucum”, cuya combinación entre la electrónica y sonidos selváticos crean una atmósfera que invita a bailar y “Brigantes”, una pieza enérgica con sonidos urbanos, andinos y electrónicos.
Balance es la prueba de que El Búho supo darle un sentido a tres cosas muy presentes en el álbum: el amor por la música latinoamericana, la música electrónica y la naturaleza. Pero más que un sentido, un equilibrio. Así que si quieres salirte un poco de la rutina musical a la que estás acostumbrado, este disco es un viaje auditivo en el que vale la pena dejarse llevar.