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PIAS Records / 2018
No hay que llegar primero, pero hay que saber llegar, y más difícil aún, mantenerse. Esa es la historia de muchas bandas del milenio actual, y es necesario decirlo porque específicamente es el caso de Editors, que llegó por el camino que Interpol reabrió en 2002; y que sin llegar a ese estatus, con The Back Room hizo gala de un post punk más dinámico y vertiginoso, más enfocado al hit y de gran manera. El problema vino inmediatamente después, cuando de hacer un disco plagado de canciones impecables y directas, la materia prima comenzó a escasear para dejar la cuota cada vez más corta. La tan mal etiquetada evolución de un In This Light And On This Evening que más fue un refugio en synths y bases electrónicas, fue el punto de quiebre donde cambió sus raíces para alcanzar compendios medianos con dos o tres temas que valieran todo; por supuesto que también lo digo por The Weight of Your Love. Desde entonces las cosas no han sido diferentes con In Dream que corrió a buscar idea en los 80 más underground, sin embargo lo hizo de una forma sofisticada, pasional, al igual que blanda y amigable a ratos, obteniendo los mismos resultados finales.
Tom Smith y los suyos saben que por esa senda que abrió In Dream hay cosas por explotar. Si bien hoy por hoy, hay una distancia marcada entre lo que fuera su debut The Back Room a lo que es éste nuevo Violence, no se puede tachar a la banda de conformista dentro de un estilo de guitarras que ya no es sustentable para ellos. Los rasgos electrónicos, synths, cajas de ritmos son obvias herramientas que habrían de buscar para abrirse paso a nuevas fronteras, además una voz como la de Tom Smith con ese oscuro tenor y tintes desgarradores, sabe que puede adaptarse a muchos subgéneros y que ese estilo, es garantía en cierto público. Qué mejor que ahora dinamitarlo con toques industriales, drone. El responsable: Ben Power integrante de Fuck Buttons y el hombre detrás de Blanck Mass, quien ha sido el asignado productor además de un experimentado como Leo Abrahams.
Son este par de sumas las que sacan a flote el álbum, no es que Editors haya cambiado o acomplejado su composición, o siquiera por un momento se aprecie algo nuevo; es una nueva máscara para sus no hits de sus últimos trabajos. Porque en el núcleo no son los Editors dinámicos de canciones como "Munich", "Bones", o "A Ton Of Love", sino son los Editors lentos, pero intensos, los baladistas, al menos intentan solidificar ese lado mermado de su pasado que por lo regular sonaba cursi. Esto aunque la inaugural "Cold" no sea garantía porque parece más algo de Coldplay de años recientes. Pero las novedades se empiezan a asomar en la nerviosa "Hallelujah (So low)", un híbrido extraño, contratante entre su conducción acústica cruda que terminará en un licuado de ruido atronador.
Pero, la producción es una máscara. Porque de repente el optimismo alentador de "Darkness at the Door" es algo que podrían firmar las bandas de alternativo mainstream como OneRepublic, Imagine Dragons, etcétera. Incluso hay momentos en que llegan a abusar de estos estribillos como en "Nothingness" que hace honor a su nombre por un coro que se repite una y otra vez para decir absolutamente nada. Ya con "Counting Spooks" este sentido se reivindica, la banda va a marcha lenta, pero dejando el espacio para los artilugios de su productor. Al igual debe ser ya mandato divino que a este tipo de voces no se le den las baladas a piano, pienso en Martin Gore que tardó demasiado en encontrarle el punto a estas composiciones, en este caso "No Sound but the Wind" termina siendo una más para Editors a pesar de la bienintencionada letra que al parecer va dedicada a un hijo y lo que llegará a ver a este mundo cruel.
De lo mejor, es evidente que "Magazine" como single, logró capitalizar bien un poco de todo lo que presenta el compendio, desde el lado sensible, piano, explosión dinámica con algunos cargas de estridencia que por supuesto van acorde a la narración mordaz de Smith. El tema homónimo, se erige por mucho como el mejor e irónicamente es el más ajeno a la linea. "Violence" suena mucho más cercana a su tercer disco sobre un beat sinuoso y con la guía únicamente del bajeo, Tom Smith va surcando serpenteante con su voz expuesta, modulando y matizando, recargando con precisión en un amenazante estribillo para recostarse en una magnifica coda.
La nueva producción no es una nueva dirección, parece por momentos que en lugar de trabajar junto a Ben Power desde cero, más bien la banda le entregó la música para ver cómo podía él disfrazarla. Seguimos escuchando por muchos momentos a los Editors blandos, que pretende dejar todo en responsabilidad del sentimentalismo que causa la voz de Smith, tratando de conmover y no de emocionar. Poca adrenalina, poca violencia a final de cuentas.