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Abstrakt Muzak / 2014
En un principio, Los Mundos solían oscilar entre el noise-pop y el garaje, pero al parecer algún espíritu venido del cielo se apoderó de Alejandro y Luis Ángel ya que sus temas precisos de distorsión ahora se estiran en acordes y retroalimentación cómo si las canciones se derritieran tras tomar severas dosis de ácido de dudosa calidad.
Con un lanzamiento por cada año desde su debut en el 2011, Los Mundos dieron una efectiva y elegante muestra de que aún en la era de los pastiches sonoros que buscan desesperadamente encontrar un lugar sonando a todo y nada a la vez, era posible encontrar la amalgama perfecta de sonidos que dieran como resultado un bloque sólido con identidad propia.
Un poquito menos de un año desde Retroterapia, este par de músicos originarios de Monterrey, Nuevo León, regresan con Dios es Fuzz, disco que en definitiva los coloca como artífices de un estilo musical que sabe compilar y darle cohesión a variados sonidos provenientes del shoegaze, post-punk y garage rock.
La psicodelia está a la orden del día y desde “Huracán Ramírez” hasta “Lentes Mágicos” se sumerge en un mar de aturdidores decibeles. Vienen a la mente nombres locales como Has A Shadow, Lorelle Meets the Obsolete y Vaya Futuro, pero la marejada de pedalera fuzz es tan atrapante, asfixiante y única, que acabado el LP se siente uno cómo sí se hubiera apagado una licuadora que estaba conectada directamente al tímpano.
En este breve pero ensordecedor lanzamiento todo está en su lugar y funciona sistemáticamente. En él habitan piezas de corte fúnebre como “La Mala Vibra”, cortes minimalistas, elípticos y enervantes como “Crema Negra” y un excelente post punk liderado por un bajo distorsionado y una voz que se esconde tras capas y capas de filtros en “Bigote de Pípila”. Si Dios es realmente fuzz, Los Mundos son los elegidos para esparcir su palabra como fieles apóstoles.
Dios es Fuzz es una muestra de la calidad y prodigio que estos dos científicos locos tienen y que saben explotar como pocos. La placa suena a oscura melancolía, angustia desbordada y rabia contenida. Sí, es una auténtica maravilla.