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4AD / 2019
Hace poco más de una década con Microcastle, Deerhunter avisó que su música sería un asunto por encima de la media común y corriente. En 2010 con Halcyon Digest se subieron al podio de la élite que encabezó las listas de lo mejor del año gracias a la subversiva magia que emergió en su música, sus letras crípticas y sus arreglos caprichosos siempre vanguardistas; algo que en aquel gran momento a su líder Bradford Cox le sobraba hasta para tener casi al mismo nivel su proyecto solista Atlas Sound. Desde entonces ha lanzado sin reparo una serie de álbumes aclamados por la crítica con la excepción de su agridulce Monomania en 2013, pero regresando a la senda con Fading Frontier en 2015, donde dejaron de lado la crudeza y distorsión de su fallido experimento para encontrar refugio en preciosistas ambientaciones digitales y fundidos etéreos con las siempre afables melodías que les caracterizan. Y la excepción no es en su octavo trabajo de estudio llamado Why Hasn't Everything Already Disappeared?, de hecho vuelven con adiciones nuevas, con algunos pormenores que no han de causar el mismo efecto pero aportando incluso dentro de sus parámetros ya establecidos.
Algo importante que siempre ha sabido hacer la banda, sobre todo, es aplicar un sonido distintivo; hacer de cada una de sus obras un ente único. Lo que quedó claro desde los sencillos previos es que para esta ocasión el clavecín, las autoarpas y las cuerdas de nylon darían un acabado final diferente a lo conocido. Ya en conjunto, el álbum se enmarca como una reacción al estado actual del mundo y como no podría evitarlo casi cada artista de Estados Unidos con el mínimo sentido de protesta: señalamientos a los problemas que atraviesa el país de las barras y las estrellas. Sin embargo, lo hacen a través de un cristal roto que se niega a develar todo de manera tan explícita (un párrafo arriba dije: letras crípticas).
Este enfoque sonoro que hasta atrevidamente podría acercarse a lo "barroco", tiene crédito por supuesto de la galesa Cate Le Bon, que ha producido el disco junto a la banda y es quien actúa sobre el clavecín, de ahí ese sonido que tienen cortes como "Death In Midsummer", "No One’s Sleeping", en la cual también meten un saxofón y tintineantes pianos muy al estilo The Kinks, o la oscura "Element" con sección de violines magistral y unas autoarpas incrustadas con precisión y presencia.
Quizá no tan evidente, y de hecho no con el perfil de ser éxitos, pero Deerhunter siempre se guarda un par de ases en la manga con los que conquistan fácilmente a su público. Aunque en este caso son tres. Primero tenemos "What Happens To People?", un clásico tema del Deerhunter de los primeros años, en el que se ponen más pop y ensoñadores que de costumbre porque hasta el synth le imprime un aura muy de los 80 y que funciona a la perfección. Un poco más adelante aparece "Futurism", un corte luminoso, crudo y un tanto cuadrado que también recuerda a otras épocas de la banda. Y por último, nos encontramos con "Plains", una joya de poco más de dos minutos, en el que aparece la electrónica, esos beats de los primeros segundos parecen no pertenecer aquí pero de repente deja salir a una banda enteramente animada, más rítmica e intrincada, cercana a lo afro. Estos despuntes también empujan hacia su faceta más experimental, caso de la electrónica minimalista de "Greenpoint Gothic", igual muy años 80, muy sombría y completamente instrumental. También, está ese saludo a diferentes países del mundo llamado "Détournement", y de la ambiental "Tarnung", con una abducción guiada por vibráfono y saxofón. Y sin omitir la final "Nocturne", un tema de seis minutos, relajado y sin prisa pero que funciona como reprise y como síntesis del recorrido.
Este no es un ejercicio de revisionismo, tampoco es que Deerhunter se escuche forzado o complaciente, pero se percibe la soltura para plasmar el buen momento en el que llevan desde hace unos años. Los temas están ahí, no es una crítica tajante porque de hecho Cox parece ser cauteloso y más bien, este álbum busca hacer preguntas y entretener pero logra dejar su marca (otros temas como el daño ecológico o los extremismos pasan por la pluma del frontman). Sencillamente Deerhunter lo ha vuelto a hacer, y así como ya es costumbre con esta banda, es temprano para decir esto, pero aquí está el primer invitado a lo mejor del 2019.