8
PIAS Recordings / 2018
11/Dic/2018
¿Cómo catalogar a Dead Can Dance? Es cierto que en sus inicios tenía un clímax y estructura que lo orillaba al post punk, new wave y goth rock, pero aun así parecía corto etiquetarlo en algún género. La introducción de instrumentos como la polka, el folklore y world music hacía que el dúo de Lisa Gerrard y Brendan Perry fuera algo descomunal y divergente, yéndose directo a la lista de bandas de culto. Hoy tras seis años del estreno de Anastasis –primer disco que Lisa y Brendan grabaron juntos después de 16 años– llega Dionysus, un relato que ya no profundiza en la resurrección, sino en el paganismo europeo y la mitología griega, y más que un disco pareciera enfrentarnos a una banda sonora. Un soundtrack que se encuentra en la búsqueda de un filme histórico.
El álbum está dividido en dos actos y siete pistas, aunque es claro que cada canción se une para llevar al escucha a un momento único de 36 minutos. Con una bienvenida donde escuchamos olas rompiendo la marea, un bajo resonante y percusiones primitivas, Perry nos cuenta desde el primer minuto hacia donde se dirige el registro: una experiencia sensorial. “Sea Borne” fácilmente es el mejor momento del material. Una sincronía perfecta, sonidos del antiguo egipcio y gloriosos coros, un momento de reflexión donde piensas que la música fue hecha para sonar en un buen sistema de audio y no en unos auriculares. Dead Can Dance nos gana de nueva cuenta, como lo ha hecho por 37 años y con nueve discos.
Es muy marcado que Brendan y Lisa tiene protagonismo en cada acto de Dyonisus. En el primero Perry toma las riendas y no las suelta. Cuenta parte de la historia con ayuda de música oriental, vocales que no son de algún idioma aparente y parecen pertenecer a un ritual. A una iniciación de una vieja cultura madre. En el segundo acto Lisa relata un paseo mitológico, donde el relato de hombre convirtiéndose a Dios es el punto de anclaje.
Desglosar el disco pista tras pista puede resultar complejo. Con un material lleno de conexiones y que sirve como un oleaje progresivo, Dyonisus se critica de principio a fin. Con 2,160 segundos de duración, se nota sin ninguna clase de duda los dos años que los integrantes de Dead Can Dance pasaron para estudiar e investigar distintas corrientes sonoras. Los de Melbourne vuelven a ser ambiciosos. Sueltan a la bestia creativa que duerme en su interior llevando los sentidos al estado más radical. Tejen entre su inspiración musical ricos sonidos con diferentes texturas melódicas. Con los dedos de la mano puedes contar a bandas que pueden lograr ese tipo de creaciones.
Dionysus es un álbum brillante, con algunos momentos de estancamiento pero sin nada de qué preocuparse, Dead Can Dance reafirma la razón del por qué son una de las mejores bandas del siglo pasado. Con guiños que nos remontan al paganismo, la mitología y hasta nuestras raíces –la portada muestra una máscara hecha por la cultura huichol de las montañas de la Sierra Madre en México–, los australianos se vuelven a renovar. Además, lo más increíble es saber que dos personas fueron las creadoras de un disco tan complejo, con tantas armonías, y la diversidad de instrumentos que se presentan. La muerte va a querer gozarlo, ese es un hecho.
10
Konichiwa Records / 2018
06/Dic/2018
Si bien, su disco debut fue publicado en 1995 vía BMG, la Robyn que conocemos hoy en día empezó su camino en 2005 con su álbum homónimo. Este fue el primer release bajo su propio sello Konichiwa Records y marcó el origen de una fructífera colaboración con el productor Klas Åhlund. Dicho material daba inicio con “Curriculum Vitae” que hacía un listado de los hitos y logros alcanzados por la artista sueca y que reafirmó su nuevo comienzo.
13 años después Robyn presenta Honey, un álbum producido de nuevo por Åhlund en conjunto con Joseph Mount, lo cual garantiza la esencia de Robyn con un toque más fresco. El regreso está marcado por "Missing U", una pieza hecha para bailar y una perfecta transición al nuevo material pues conserva la esencia que revistió Body Talk, sin embargo lo que viene a continuación es muy distinto a sus entregas anteriores.
El bajeo disco de “Because It's In The Music” está impregnado por una atmósfera melancólica, como de una relación que agoniza mientras una sola mitad es la que lucha y se aferra a mantenerla en “Baby Forgive Me”, a darse otra oportunidad. A esta altura, la mano del líder de Metronomy aún es discreta.
Aunque el beat en “Send to Robin Immediately” tarda un poco en entrar, la intensidad de la melodía hace a que sea imposible no prestar atención haciendo de este uno de los temas con más fuerza en Honey. Nació a partir de un sampleo que Kindness hizo de “French Kiss” de Lil Louis y que le mostró a la sueca, quién fascinada le pidió que le mandara el track de inmediato.
La canción que da título al material gira en torno a un beat súper bailable. Desde el momento que entra te obliga a moverte. “Nombré al álbum Honey por lo que esta canción significa para mí. Tal vez describe un estado mental en vez de la sustancia”, declaró Robyn a Pitchfork. Se trata de disfrutar, del deseo, de ir más allá y no quedarse con lo que está en la superficie, pues “en lo profundo la miel es más dulce”.
En “Between the Lines” se habla de un amor tímido pero obvio, que se basa en pequeñas acciones y detalles y no en declaraciones. Tan pronto da inicio la canción, la producción te traslada a 1990. Comienza de manera sutil, pero al llegar al coro puedes casi visualizar cómo explota una bomba de luces y confetis. “Beach2k20” continúa con el mood de aquella década pero ya no estamos en un club sino en una playa.
Honey concluye con otro tema sobre corazones rotos, pero en un tono mucho más optimista. Aquí Joseph Mount se dejó ir por completo y es innegable notar su toque.
Robyn pudo no haber dividido al átomo, inventado los rayos x ni mucho menos descubierto la cura para el SIDA –como decía en “Currículum Vitae”–, pero desde su independencia de BMG, ha sido fiel a su visión artística y mantenido la calidad musical en cada uno de sus discos superando al anterior. Características necesarias que la han ayudado a destacar en pop mainstream y que después de ocho años de Body Talk, hacen de Honey el mejor regreso de 2018 y uno de los mejores discos del año.
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