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Quemasucabeza / 2013
La música de Congelador no es sencilla. Fácilmente puedes imaginarte a los integrantes de la banda en un estudio de grabación totalmente a oscuras simplemente haciendo ruidos. Sin un orden o un control aparente; sin embargo, detrás de esta yuxtaposición de sonidos, existe un razonamiento acerca de cómo debe sonar un material así de experimental. Paredes de rugoso sonido que abrazan como olas de estática.
El quinteto Chileno, que desde la década pasada ha agarrado el habito de dejar una considerable cantidad de años entre cada lanzamiento se recluyó en el cañón andino conocido como Cajón del Maipo a fines de 2011 para tener el introspectivo y súper sónico material de densos paisajes emocionales que lanzan tras cinco años de su última placa.
Este LP es una declaración de intenciones; una burla a lo que el mundo pueda creer a lo que suena la nación Chilena hoy día. Hay niveles de tanteo en canciones como “Marca” o “Zorrito Culpeo”, que por momentos rayan en lo esquizofrénico por sus secuencias de distorsión, que te harán sentir dentro de una televisión descompuesta. “Cajón” y “Air” lucen por sus repetitivas y atenuantes percusiones en las que, de repente se asoman la voces de Rodrigo Santís o Estefanía Romero-Cors, consiguiendo aflorar nuevas sensaciones a la marcha de quien lo escuche.
Cuando el miedo, ese hielo cauteloso que resbala por la espalda, se convierte en un sentimiento incontrolable y hace de la voluntad una nimiedad, ocasiona la parálisis de pánico: esa sustancia venenosa que inmoviliza al cuerpo y nos brinda una temible certeza de estar encerrado en uno mismo sin posibilidad de escapatoria. Todas esas emociones han sido fuertes combustibles para avivar la imaginación, en especial para crear los escenarios terroríficos que presenta esta producción.
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