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Bataille Records / 2016
El 24 de junio pasado, Marc Nguyen Tan, un diseñador gráfico y músico francés de 42 años mejor conocido como Colder, decidió sacar un par de discos llamados Goodbye y The Rain. 18 canciones que si bien no forman parte de un continuo, podrían funcionar como dos momentos de una misma noche.
Colder no habría podido elegir mejor su seudónimo. Remite a ese frío acogedor, que no quema sino que por el contrario te hace buscar el calor. Goodbye es como el sonido de una noche lluviosa en la que la oscuridad apenas se disipa por las desvencijadas farolas y el resplandor de la luna y en la que todo te incita a buscar un bar decadente con letrero rojo neón en el cual iniciar una parranda melancólica y acaso un poco bohemia pero que termina por degenerar en una experiencia psicodélica.
Musicalmente, Goodbye es una extraña mezcla que a ratos suena al post punk de Joy Division, como en el corte “Inside” en la que el bajo y un motivo melódico se repiten constantemente llevándonos poco a poco a un trance que no requiere de ninguna otra sustancia psicotrópica y en temas como “Blackhole Speedway” o “Sad Faces” recuerda el sonido de The Doors o The Zombies gracias al sintetizador Moog del cual echa mano. Un poco más tarde salpican algunos tintes de psicodelia, krautrock, synthrock y new wave.
El disco va llegando a su final y la calmada, atmosférica y espacial “Some Passions (Version)” nos ayuda a regresar del largo viaje para poner los pies sobre la tierra. De manera congruente, el disco termina con la rítmica “Goodbye”, canción que da nombre a este disco lleno de obscuridad y decadente sensualidad.