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Ducado Records / 2015
Debutaron en 2006 con Yui y, tras nueve años de foreplay con sus fans, Childs volverá a las tiendas de discos el 1 de septiembre con Realidal, editado por Ducado Records y distribuido por Fonarte Latino.
El nombre del disco fue también el de su tercera gira por Asia, realizada el año pasado, por lo que esta colección de lullabies ya se había nutrido con paisajes de aquella.
¿Porqué un impasse tan amplio? Poco hay sobre ellos en la red, pero según entrevista para Red Bull Taiwan, la espera es resultado de la lejanía entre los integrantes, que viven en ciudades distintas. Y la vida sencillamente se impuso: Paúl Marrón -miembro fundador- por ejemplo, no sólo toca sino enseña música.
Indudablemente, Childs trabaja duro: ocho años para cocinar un álbum se dice fácil, y hablan quizá de un perfeccionismo más intenso que la distancia geográfica y la cercanía de lo cotidiano. Pero, a estas alturas del internet, ¿por qué ellos?, ¿se destacan de entre lo que uno encuentra en SoundCloud tras buscar shoegaze, ambient, dream-pop, post-rock?, ¿qué promete Realidal veintiséis años después de Disintegration, y veinticuatro después de que se acuñara el concepto “shoegaze”?
Quizá cumplen con unas algunas máximas del estilo: cuando cantan “Sé que es difícil”, recuerdo que es difícil entender las letras, escondidas tras susurros, coros y capas de efectos. Es innegable, las atmósferas son lo suyo, aunque a menudo tanto que aplanan el disco e impiden a cada canción destacarse por sí misma: el mentado “sé que es difícil” aparece como motivo en dos de ellas, “Fenicio” y “Fuga” (no las distinguí hasta la vigésima escucha).
Por otro lado, como músico me es difícil aceptar que un solo recurso se repita tanto (¿es intencional?): la mitad de las canciones inicia con un arpegio. “Fuente” llega a su climax, pero a mí me deja deseando más. Y cuando dicen “Esperamos tanto tiempo para un buen experimento y sigue todo tan incierto” en “Falla”, parecen autoreferenciales, aunque la canción es la que más variación tiene; la que más excitement entrega, a diferencia del single, “The Lost Sheep”.
Soy old fashion y a veces aún uso el viejo truco de imaginar si una canción se pararía sola al ser interpretada en acústico, ¿cuántas de este disco lo lograrían? Lo ignoro, pero sí sé que Childs representa al espíritu musical de la época: la necesidad de volver al acto en vivo para valorar el trabajo in situ. El suyo es bello, sí, pero no innovador ni sorprendente desde el mp3 o CD player.
En Realidal siempre hay algo por ocurrir; es un coitus interruptus de 45 minutos. But hey, in the end, still coitus.