8
Bunker Producciones / 2016
Después de su paso por las bandas de rock Zurdok y Vaquero y a 10 años de emprender su carrera como solista para enfrentarse a la composición, grabación y producción de sus cinco materiales discográficos, Chetes regresó para presentar su sexto disco titulado Stereotipos y que salió éste año a la venta en formato digital, físico, CD y vinil. El álbum tiene influencias de pop con toques de locura y agresividad momentánea, además de tintes de géneros como el reggae, el jazz o el rock alternativo.
Entre congas, guitarras, trompetas y percusiones, el regiomontano compuso los diez temas que contiene el disco, como “Agujero Negro” que habla sobre lo que sientes cuando te enamoras y no sabes a dónde va a parar la relación o “Flotar”, que suena a esperanza y realidad (trata sobre el amor que no es perfecto pero vale la pena vivirlo) a través de un ritmo armónico y disfrutable. Para “Nosotros Dos” contó con la participación de Carmella, su esposa. El tema mantiene el romanticismo desde el primer momento y habla sobre lo que es estar con otra persona durante mucho tiempo.
En la canción “Sueños Perfectos” se aprecia un sonido profundo y vibrante mediante la mezcla de ritmos eléctricos gracias a la colaboración de Beto Ramos (Jumbo) en la batería y Alejandro Rosso (Plastilina Mosh) en el órgano y los teclados. En canciones como “Premoniciones”, “Ella” y “Libre” podemos escuchar el nuevo estilo experimental y alternativo que le da energía al disco. Para terminar, están “Sujétame” y “Solos”, tracks que se adaptan muy bien a los demás y que vuelven al álbum homogéneo.
Chetes es uno de los artistas más auténticos, mantiene el sonido con el que empezó su carrera como solista. Al parecer, en cada una de las canciones de Stereotipos, intentó conservar la música de cada canción lo más orgánica posible, y evitó permear sus canciones con resonancias electrónicas. Con este disco, Chetes busca reivindicar a la música y alejarla de los estereotipos de género sonoro, mezclándola entre resonancias de pop y rock.
5
American / Hollywood / 2016
A menos que uno haya estado viviendo debajo de una roca, todos estamos bien enterados (si no es que formando parte) del resurgimiento de Star Wars. No sólo es el estreno de un nuevo capítulo en una saga vanagloriada con justa razón por millones, sino una especie de revalorización para los que crecieron con la trilogía original, los que la tuvimos como herencia y los millenials que, para bien o para mal, recibieron las precedas como punto de partida y ahora son púberes preparatorianos.
Pues bien, pudimos ver ese “despertar de la Fuerza” en todo tipo de estrategias mercadológicas para atrapar al público de hoy: apps, campañas virales, publicidad 3D, drones y, en este caso, la unión de la música electrónica con la mitología de George Lucas y asociados. Tiene sentido, ya que la mayoría de los artistas que desfilan en este disco pueden contar a las cintas y a su diseño sonoro como influencias. Pero como la gran mayoría de estos experimentos, todo lo bueno del concepto se quedó a medias.
Por un lado tenemos a gente consolidada (Röyksopp, Flying Lotus, Bonobo, Kaskade) y a talento emergente (GTA, Baauer, TroyBoi). El disco bien podría resultar en una interesante mezcolanza de estilos, ritmos y el uso de los míticos sonidos de Star Wars, dado que les dieron carta blanca para usar las galardonadas creaciones de Ben Burtt y Skywalker Sound. Sin embargo, las opciones que usaron fueron bastantes limitadas y la gran mayoría de las canciones suenan más a un lado B con disparos y espadas láser que un fan remezcló por diversión, que a sencillos consistentes o creativos. Prueba de ello es el sonido de alarma de la Estrella de la Muerte, mismo que aparece en un 80% de los tracks. Estarás más satisfecho escuchando la versión disco que hizo Meco (así se llaman, no es broma) al tema icónico de John Williams en los años setenta.
Hay algunos puntos buenos: Kaskade hace buen uso del melodrama del eterno neurótico C-3PO en “C-3PO’s Plight”; Breakbot construye texturas y bleeps conocidos en “Star Tripper” y Bonobo imprime su clásico toque relajado y playero con “Ghomrassen”, como si Greedo y Lando Calrissian bebieran un par de mimosas al atardecer. Rustie se lleva las palmas con “EWOK PUMPP” que suena exactamente como se lee: un grito de guerra en un rave con ositos peludos. El resto puede ser relegado al botón de “siguiente track”, a ser disfrutado como una curiosidad de la nostalgia.
Considerando el talento en las filas - la compilación es producida por ni más ni menos que Rick Rubín - uno esperaría resultados más arriesgados, pero quizás con el temor de que el compilado no vendiera y acabara en el tornamesas de tu amigo dueño de la tienda de LP, nos entregaron esto. Es una lástima que no se hayan aventurado a experimentar un poco más o a buscar artistas con propuestas más arriesgadas (me hubiera intrigado saber qué hubiera hecho Jlin o Madlib o Smurphy u Oneohtrix Point Never). Por otro lado, quizá también sea buen inicio para que tu hermanito de ocho años que anda embobadísimo con BB-8 le entre a lo electro. Uno nunca sabe, quizás en tu casa esté el próximo Jedi de los samplers y cajas de ritmos.
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