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Wonderwheel Recordings / 2018
Pedro Canale siempre ha sido un tejedor artesanal experto. Más allá de su reconocimiento como pionero en el apartado de la cumbia electrónica, su música como Chancha Vía Circuito está dotada de un componente orgánico particular que la ha hecho valiosa en cada esfuerzo. No es mera remembranza tropical, sino un detallado recorrido de texturas, color y raíces que termina siempre por arrojar discos que, más que una colección de música, son algo así como postales de viajero al oído.
Por lo menos eso es lo que ha demostrado hasta ahora en sus discos de estudio: el azulado Río Arriba, el árido Rodante y el distópico Amansara. En todos ellos ha sabido ofrecer escenarios que, si bien parecidos entre sí, se diferencian uno del otro mientras más familiares se vuelven. En Bienaventuranza, su espiritual nuevo disco, Canale dibuja un lugar tan detallado que la postal que arroja es algo que definitivamente vale la pena atesorar.
Si el resto de su catálogo está conformado por recuadros, entonces Bienaventuranza es un paisaje que vale la pena mirar –y escuchar– con atención. Se trata del disco en donde Canale se encuentra mucho más desnudo en términos de acompañamiento digital. Mientras en su antecesor se percibía siempre constante un arsenal de sampleos y ruidos de acompañamiento, aquí (casi) todo es sonido ambiental, vivo y en movimiento. Como si la travesía de Los Pasos Perdidos de Carpentier estuviera musicalizada a detalle.
Canciones como “Los pastores”, “Sierra nevada” o “Indios Tilcara” se acercan más a la naturalidad de una ceremonia que a experimentos para la pista de baile y otras como “Ilaló” con Mateo Kingman, “Niño hermoso” con Gianluz y “Nadie lo riega” con Miriam García son más cantos al cielo que versos contemporáneos en forma. Son decisiones acertadas para una carrera que, contrario a lo que se pudiera pensar, lo que más necesitaba era voltear hacia atrás para escucharse como no lo hacía desde sus primeras grandes sorpresas.
El resto del disco está conformado por piezas que describen una vitalidad que parece basada en la alegría. “Kawa Kawa” con Kaleema es una celebración a la prosperidad y “La victoria”, con Lido Pimienta y Manu Ranks, una canción que le canta directamente a la felicidad y al optimismo de la mano de un acetado híbrido entre dancehall, cumbia y dembow. Aquí Canale no escatima en sorpresas, pues son éstas las que al final brindan el sentido al disco como conjunto.
Bienaventuranza, en el término menos católico de la palabra por supuesto, es una palabra que funciona para describir la fortuna y felicidad. No hace falta pensar mucho para tener una idea de lo que se puede encontrar en el disco. Chancha Vía Circuito creó su “SMiLE”, una perfecta sinfonía precolombina dedicada a la tierra y a la alegría. Dos sustantivos que, aunque lo olvidemos por completo, son parte vital para estar aquí.