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Drag City / 2018
Hay un cambio muy interesante que los de Chicago, Cave supieron dar, a tan solo cuatro años de su entrega anterior (Release, 2014). Se debe, entre otras cosas, a que la banda cuenta con un nuevo integrante, y a sus extensas giras. Cave está formada por músicos que no paran de tocar, y en su perfección sonora se refleja el intenso trabajo que hay detrás de cada minuto de ensayo.
Hoy en día, suenan a estar lo más cómodo que han estado con sus entregas. Sus mismas procesiones musicales los llevan a subir considerablemente el nivel de su propio concepto, experimentando hasta el último sonido de cada instrumento y de cada nota, sin miedo y sin ningún tipo de apego a las estructuras comerciales.
Su recién salido Allways (Drag City, 2018) es un fino homenaje al jazz fusión y funk estadounidense, empezando porque cada track parece una sesión en vivo de improvisación, tan intensa como los jazzistas que Jack Kerouac describe en su novela beatnik On The Road. Las baterías son finas, precisas y llenas de carácter, las guitarras oscilan en libres solos y suave funk, y el freestyle de los saxofones y flautas hacen que estos 41 minutos deleiten los sentidos, y recuerdan en momentos a grandes como Gene Krupa, Mulatu Astatke y el mismo Santana.
“The Juan” es el track inicial que da pauta a la experimentación sonora, integrando tiempos y elementos que progresivamente complican la estructura y se reacomodan. El elemento que jala la línea, son los bellos solos de flauta. “San’ Yago” es compleja al mismo tiempo que disfrutable. Incorpora al sonido unas congas y un inesperado coro que sorprende así como refresca el viaje. Las congas siguen sonando en “Aharaha”, que tiene una vibra más terrestre, setentera y algo latina. El solo de guitarra es supremo, igual que el sintetizador.
El jazz funk reluce de lleno en “Dusty”, donde el teclado, saxofón y guitarra comparten y se combinan un solo interminable que se expande por todo el track de baterías perfectas. Y para el final, se incorporan las flautas en una repetitiva progresión casi math rock. “Beaux”, de casi 10 minutos, se transforma de flautas y funk a una joya que raya en el krautrock y que recuerda mucho al característico sonido de la banda.
Para el cierre “ShaSha” sintetiza el estilo de todo el álbum, con un ligero toque de ambient. Solos de flauta y guitarra que se derriten sobre una exquisita línea de bajo.
Aunque honestamente un par de tracks se sienten ligeramente estirados, la impecable ejecución y las fusiones de sonido lo hacen un gran disco con mucha personalidad. Enérgico y revitalizante, de un groove suave y disfrutable que activa la mente cuando te atrapa.