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RCA Records / 2019
23/Abr/2019
Después de haber ganado un Grammy al Mejor Álbum de Rock en 2017 por Tell Me I’m Pretty, el elefante vuelve a salir de su jaula para llevar de nuevo su sonido ecléctico al mundo. Este viernes, Cage The Elephant lanza Social Cues, un álbum 100% cautivante desde la primera canción. La pérdida, el fracaso, el desamor, y un tumulto de emociones encontradas fueron el punto de partida y los ritmos catárticos que llevaron a Matt Shultz a componer, uno de los álbumes más imponentes de su carrera, demostrando la madurez musical y artística que la banda ha alcanzado en 11 años de trayectoria.
Todo tiene un concepto, una idea artística inspirada en las experiencias personales, y en la forma en que Shultz observa, y siente al mundo. En el arte del disco observamos al vocalista en un traje de látex rojo, con sombrero vaquero, cubierto del rostro con una máscara y empuñando una rosa. En entrevista para Indie Rocks!, el compositor compartió que el nombre del álbum se debe a que considera que las señales y las expresiones sociales pueden ser engañosas, como el amor mismo.
Para los que creen que el rock no es asunto de la época que vivimos, desde Kentucky regresan seis hombres con la garra necesaria para seguir transgrediendo oídos, y quebrantando normas sociales. En sus manos se esconde un poderoso don para ejecutar instrumentos e interpretar melodías eclécticas que atrapan desde la primera vez que das play al reproductor. “Broken Boy” es el inicio de un álbum de duelo, en el que los pedales de batería alucinantes, así como la nostalgia sesentera del mellotron crean una atmósfera retro que estalla con la enigmática y poderosa voz del hombre detrás de la máscara. Así Shultz, y compañía comienzan a hablarnos de la ruptura interior.
Enseguida resuena “Social Cues” con un descenso en la energía, pero con una mayor carga emocional. La lírica se entrelaza con el sonido de los sintetizadores de forma casi hipnotizante, propiciando un ambiente más luminoso. Por otro lado, uno de los temas más icónicos es “Night Running”, ya que en este, los de Kentucky colaboraron con Beck. Esta canción llega para dar un toque distinto al álbum. Los versos son más dinámicos y las rimas en voz de Shultz y Beck convierten a esta pieza en una obra arriesgada, obligada a tener on repeat por lo cautivante de su invitación. “En un mundo de secretos y demonios, y gente escondiéndose del sol, mandando mi mensaje a todos los que están perdiendo el control”.
“Ready To Let Go” es, sin duda, la composición más dolorosa y liberadora del disco. Junto con el video, dirigido por el propio Shultz, se trata de un viaje a sus adentros: al dolor del alejamiento, el final de una relación, el divorcio, y la decisión de soltar. En el video observamos al cantante en ropa interior en un altar, llorando sangre. Alternadamente vemos a Cage The Elephant interpretando el tema en blanco y negro, con solemnidad, al tiempo que parejas devoran su carne, y otras más se dejan llevar por la lujuria aún ensangrentados. Y como en la mayoría de los divorcios, después del canibalismo y la destrucción, estando listos para dejarse ir.
La poesía nacida del dolor de un artista es incomparable. Y así llega “Love's The Only Way” una balada que también nos transporta a algún momento del pasado, con su esencia nostálgica, mientras Shultz comparte sus más profundas reflexiones y sueños. “Debe haber un lugar en que el amor es el único camino”.
“Dance Dance” es nuevamente un tributo al pasado en el que la banda nos lleva al pasado para después volver al futuro, con una vibra que nos recuerda a The Black Keys. Minutos después surge la pregunta “¿en qué me estoy convirtiendo?”. En “What I’m Becoming?”, el artista de nuevo se vuelca en un autoanálisis, y una catarsis que finalmente lo lleva a decir adiós. En “Goodbye”, es el piano el que da la entrada al final. “Parece que ayer era un niño”.
“Está bien, adiós, no lloraré. El Señor sabe lo mucho que lo intentamos. Tantas cosas que quisiera decirte. Mi corazón es un cenicero, y he perdido la cordura”. La confusión, el aturdimiento y la derrota finalmente llegan a la mente y al corazón, y como el fénix, de entre las cenizas surge una de las mejores obras que nos ha traído este 2019.
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Friends of Friends / 2019
22/Abr/2019
¿Y cuando todo lo que conocemos se acabe, qué se escuchará? Después de cuatro años de búsqueda introspectiva Henry Laufer, mejor conocido como Shlohmo se plantea responder esta pregunta con su nuevo álbum The End, que es una oda a la aceptación del fin inminente en medio del caos.
Ya en Dark Red (2015) su disco anterior Shlohmo mostraba su gusto por encontrar sonidos luminosos dentro de la oscuridad, sonidos que no temen, que se rebelan convertidos en ruido y secuencias alineadas. Para dar la bienvenida a The End podemos escuchar “Rock Music” un tema que comparte la dualidad de las melodías suaves que se deja romper, por la cadencia de los breakbeats que llenan el cuerpo de un movimiento irregular y libre.
Shlohmo nos entrega un disco que se cubre de atmósferas estelares, y nos lleva fuera de este planeta, dejándonos soñar con futuros posibles donde la Tierra no es el único lugar habitable. Sus 13 canciones, necesitan ser escuchadas con atención, relajando el cuerpo y la mente de cualquier tensión, porque no, este no es un disco destinado a la pista de baile sino a la contemplación.
Hay muchas teorías sobre lo que pasa antes de la muerte, y parece que Shlohmo refuerza la idea de que ves pasar los mejores momentos de tu vida en un instante, y pone todos los sentimientos en este disco, desde recuerdos tropicales en “Empty Pools” hasta sampleos espeluznantes que se ponen en segundo plano, de las rítmicas percusiones “Hopeless”.
En medio de la devastación cualquier objeto es suficiente para crear, y es así como este álbum fue producido, con máquinas de juguete y antiguos ejercicios lo fi de este productor. Si bien hay temas que parecen no variar en cuanto a estructura, los arreglos de piano, guitarras y breakbeats logran llenar las atmósferas profundas que se muestran como la espina dorsal de este disco.
“Headache of the Year” se mete en los más profundo de los huesos mientras “Panic Attack” se llena de velocidad haciendo imposible no recordar, los peores momentos dentro del metro o la preocupación de estar fuera de casa en medio de una fuerte lluvia en la ciudad, deseando que todo acabe de forma rápida o casi mágica con los sonidos de lasers que coloca al final.
The End no es solo una metáfora sobre el final de los tiempos, también lo es hacia las ideas, hacia el significado que debe de tener la música, sus estructuras y su producción, es un álbum lleno de matices, para recordar que somos humanos después de todo y plasma ese sentimiento con sonidos electrónicos tan detalladamente pensados que parecen simples.
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