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Brockhampton — Ginger

9

Brockhampton
Ginger

Question Everything / RCA / 2019

Artista(s)

Brockhampton

Ginger: Porque a veces también se trata de amarse a sí mismo.

Después de una tumultuosa temporada en la que cuatro discos vieron la luz en menos de un año y uno de sus miembros clave (Ameer Vann) fuera despedido tras serias acusaciones de abuso sexual y violencia; el grupo originario de Texas regresa con uno de sus trabajos más íntimos y conmovedores.

La fuerza de esta boy band que fluctúa entre el rap, el R&B, el soul y el pop se debe a la diversidad de sus miembros que complementan cada uno de los huecos que deja su compañero. Dicho lo anterior, Ginger llega como un bisturí que se encarga de abrir el pecho y exponer el corazón. Amor, sufrimiento, consciencia, crecimiento, inseguridades y plenitud son algunos de los temas que se exploran en cada una de los 12 tracks del álbum, cada uno desde una perspectiva diferente, pero siempre enfocada hacia el mismo punto: el propio narrador. No importa si la voz cambia, si es Kevin Abstract quien es escucha tras el micrófono o si es Joba; cada uno de los matices sobre los que las letras se tejen son apenas variaciones en la perspectiva de un fin común: el bienestar de uno mismo.

Tras escucharlo por primera vez, la sensación de melancolía e introspección no se va fácilmente. Pasan al menos cinco vueltas más al álbum completo para que este ensimismamiento deje de sentarme mal y comienzo a escuchar, por primera vez, cada una de las canciones: Aunque la atmósfera general del proyecto es bastante nostálgica y perfecta para tener un cigarro en la mano mientras sostienes un trago con la contraria, hay un espacio entre toda esa tristeza disfrazada de reflexión: justo cuando suenan “HEAVEN BELONGS TO YOU”, “ST. PERCY” e “IF YOU PRAY RIGHT” la sensación es de desencuentro y un rap crudo y “alegre” (que recuerda más a Saturation III) entra a nuestros oídos para irse tan rápido como llegó.

El álbum no es un compendio de hits que sonarán en la radio, ni tampoco lo pretende, es una mirada única (como cada disco del grupo) hacia los diferentes sentimientos que terminan embargando a cada uno de nosotros. La producción de cada uno de los cortes es algo a lo que nos tienen acostumbrados: buenos beats, mezclas bien logradas y letras que encajan perfectamente con los ritmos de cada pista. Sí, se siente por momentos como una secuela de Iridescence, pero tiene su propia magia: una transparencia palpable y que te obliga a enfrentarte a cada uno de tus demonios mientras escuchas “NO HALO”, a levantarte aunque no quieras cuando está sonando “BIG BOY” o a querer recuperar ese amor del que pasaste de largo con “VICTOR ROBERTS” (al menos para mí, los mejores tracks del disco junto con “SUGAR” y “BOY BYE”). Ginger no es una apología de los sentimientos, sino una crítica certera y amable a los mismos. Es el abrazo necesario… porque a veces también se trata de amarse a sí mismo.