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Because Music / 2016
Ya son varios los años que Berlín lleva caracterizándose como una de las escenas más innovadoras en la música electrónica, cosa que no es de sorprender si consideramos que Kraftwerk, uno de los primeros conjuntos en viralizar e innovar en este género, nació en el mismo país.
Brandt Brauer Frick, proyecto surgido en 2008 en dicha ciudad y que ha llamado la atención por su sonido único desde su primer material: You Make Me Real; demuestra con su más reciente entrega, Joy, por qué todo aquel que quiera informarse sobre las tendencias que tomará el techno en un futuro, tiene que voltear hacia Berlín.
Como su nombre lo dice, el álbum es una invitación a la alegría de todo melómano, una entrega que te hará gozar el escucharlo independientemente de si eres fanático de la electrónica o no. Este, no es el típico disco de techno con cortes futuristas y sonido bailable, pues también la velocidad, los ritmos cambiantes y las vocales cobran importancia para darle mayor sentido a los tracks.
Todo comienza con “You Can Buy My Love”, pista que inicia de manera tranquila para ir subiendo de intensidad, a la par que va atrapando a tu mente con su sonido trance y que por momentos tiene una esencia que recuerda a David Bowie (especialmente a su último material, Blackstar), a pesar de manejar géneros distintos.
Después, continúa con “City Chicken” y “Poor Magic”, canciones cuyo valor radica en sus velocidades y tonos cambiantes, donde por momentos se puede notar la influencia de artistas tan diversos como Massive Attack, Die Antwoord y Björk.
Posteriormente llegan dos de los mejores cortes de todo el material: “Blackout 94”, que tiene una especie de sonido de persecución o suspenso, evocando imágenes mentales de un apagón masivo en una megalópolis, y “Society Saved Me”, una tonada tranquila, en la que te puedes perder en los beats de la música mientras estás en una especie de escena en cámara lenta.
Continúan “Keep Changing”, “Holy Night” y “Oblivious”, esta última siendo otra de las más destacadas de la placa, la cual inicia con lo que por momentos parece una especie de beatbox y que tiene un ritmo que te inspira a ponerte en movimiento, al mismo tiempo que sus ritmos cambiantes te mantienen expectante.
Finalmente, llegan para cerrar el álbum “Facetime” y “Away From My Body”, la primera por momentos sonando a una especie de Radiohead con letras pegajosas y oraciones cortas como “the reason we got up every day” o “the reason why we started to pray”; mientras que la segunda tiene toques más futuristas y un sonido techno.
Con esta cuarta entrega, Daniel Brandt, Jan Brauer y Paul Frick nos demuestran que, contrario a lo que mucha gente cree, la música electrónica aún no ha sido explotada como se debe y que las opciones de composición son infinitas e impredecibles cuando el artista se lo propone así.