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Third Man Records / 2019
11/Oct/2019
Existen quienes hacen música para vivir y también los que viven para hacer música. Precisamente en el segundo rubro se encuentran los integrantes de Boris, un inquieto trío proveniente del futurista Japón. Desde hace más de 25 años el conjunto está en activo y desde entonces nunca se ha tomado descansos prolongados. Su acelerado ritmo de trabajo sólo es comparable con el amplio rango de sonidos en los que ha incursionado.
Desde el punk acelerado y sudoroso hasta los lentos pasajes que se adentran en el drone e inclusive dulces melodías de dream pop. Así de extremo y variado es el trabajo del trinomio que se puede constatar al revisar su discografía.
Después de publicar materiales con algunos sellos locales, el siguiente paso hacia la consagración fue debutar con disqueras de alcance mundial como Sargent House y Relapse Records. Pero ahora Boris llega a un nuevo nivel al formar parte del catálogo del afamado sello Third Man Records. Aunque en el pasado ya se había publicado un álbum en vivo y un par de reediciones, ahora por fin se lanzó el primer material en estudio que lleva la firma de la casa discográfica de Jack White.
Sumado a lo anterior, el nuevo trabajo también destaca por ser uno de los más ambiciosos en la extensa carrera de los nipones, lo cual ya es mucho decir. Su contenido se compone de siete piezas divididas en dos álbumes. Mientras que existe una canción que apenas supera los tres minutos de duración, también hay otra de más de 16. Así de ambivalente y arriesgada es la obra.
El punto de arranque es “Away From You” con unas enigmáticas guitarras que de forma paulatina se funden con la batería. El resultado se acerca a la interpretación que Boris ha hecho del shoegaze a lo largo de los años. Aunque no se entienda lo que cantan por ser un idioma ajeno a occidente, la música es universal y la muestra es el éxito del trío fuera de su país natal.
De manera radical, “Coma” es una composición instrumental marcada por los distorsionados riffs de guitarras que imitan el sonido de un avión descompuesto. Se trata de una de las facetas extremas del tridente que le ha ganado ser comparado con su compatriota Merzbow y proyectos como Sunn O))).
Un rostro más del abanico de sonidos se puede apreciar en “EVOL”, probablemente la pieza del trabajo más cercana a la forma clásica del rock, al menos en un inicio. Una rítmica batería con gritos de apaches americanos ofrece la bienvenida para posteriormente transformarse en algo completamente distinto. Con la incorporación de sampleos y cajas electrónicas que recuerdan a un Radiohead festivo se alarga de forma indefinida el track hasta llegar a una convulsión sonora.
Al igual que en toda su discografía, se observa una negación a permanecer estáticos o ser encasillados en un género en específico. Para los integrantes de Boris no existen las fronteras musicales y eso lo han expuesto en la mayoría de sus materiales. Su nuevo trabajo es un muestrario de lo versátil que puede ser uno de los conjuntos más prolíficos de los últimos años.
9
Warp / 2019
09/Oct/2019
No es fácil recuperarse de la salida de un miembro en una banda, pero Battles lo ha hecho notablemente bien ya dos veces. La última de esas “acrobacias” se llama Juice B Crypts, el cuarto álbum de la banda experimental, y uno que marca un abandono de la fórmula en varios sentidos.
Cuando hablo de una fórmula, no hablo de “verso-coro-verso-coro” o cualquier estructura similar. Después de todo, esta banda es reconocida precisamente por jamás haberse apegado a ese tipo de normas.
Sin embargo, para todos los lanzamiento previos a Juice B Crypts habían seguido un patrón más o menos igual; grabar ideas en sus estudios caseros y cuarto de ensayo, para luego recluirse en Machines With Magnets (un estudio en Pawtucket, Rhode Island) por meses hasta terminar el disco. Todo esto con los mismos ingenieros de sonido y produciendo ellos mismos.
Ante el anuncio de que Dave Konopka ya no seguiría en la banda debido a razones personales, hace poco más de un año, Ian Williams y John Stanier se volcaron un tiempo en sus vidas personales. Eventualmente su disquera empezó a presionar por el sucesor a La Di Da Di (2015), y el ahora dúo optó por solo seguir como pudieran, sin gastar tiempo en siquiera considerar agregar otros miembros o en tratar de replicar tal cual lo que hacían antes. Al más puro estilo math rock.
Con esa recién encontrada ligereza, la nueva alineación de Battles pudo abrirse a una nueva forma de hacer música. Para empezar, aceptaron trabajar con un productor esta vez. Chris Tabron, conocido por su trabajo con Beyoncé y Nicki Minaj (ok, ok… entre otros) quizás no era la opción esperada. No obstante, en entrevista para Indie Rocks!, John Stanier explicó que Chris los ayudó a trabajar más rápido que nunca y realmente ayudó hacer este disco con él en Nueva York.
Al tener todo eso en mente, contemplar Juice B Crypts resulta todavía más impresionante. Como cuando ves una escultora de mármol y sabes que no se hizo más que con un cincel y un martillo. Williams hace un muy buen trabajo en ocupar el espacio del bajo, la guitarra y los sintetizadores, valiéndose de un Elektron Octatrack para juntarlo todo. Mientras, Stanier está tan sólido como nunca y sus beats hacen que todo, por más cerebral que sea en algún plano, siga siendo bailable.
Además, al igual que la última vez que un miembro abandonó Battles, la banda encontró una frescura ilimitada en aceptar las colaboraciones de diversos vocalistas. Resulta un agasajo escuchar a Shabazz Palaces tirar rimas encima de la batería de Stanier y las capas que produce Williams en “IZM”, por ejemplo.
Dicho eso, las canciones instrumentales como “Fort Greene Park” son quizás el punto más fuerte de este disco. Para los escépticos y puristas de la banda, puede que este último punto sea lo que más hay que considerar para entrar a Juice B Crypts. Esto sigue siendo Battles, y habrá Battles para rato.
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