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RCA / 2021
Bleachers, proyecto liderado por el célebre productor Jack Antonoff, nos presenta su tercer álbum de estudio Take the Sadness Out of Saturday Night, traído por RCA. Éste es un material que abreva directamente de la tradición del rock americano. Aquella que cada tanto se vuelve una reflexión sobre las promesas incumplidas del american dream y la resaca personal que deja cuando despiertas de éste. La decepción que sigue después de saber que las necesidades no son cubiertas y los deseos no son satisfechos, es exorcizada por la esperanza del nuevo comienzo, presentado en la clásica cinemática del auto a media noche que va por la autopista dejando el pueblo detrás con una canción de Bruce Springsteen a todo volumen.
Porque más allá de; Dylan, Francis, Cobain o Del Rey, es The Boss el tótem frente al que se mueve Antonoff, tanto así que participa en la canción “Chinatown”. Take the Sadness Out of Saturday Night es lo que sucede entre “Born to Run” y “Dancing in the Dark”. Difícil pensar que estos dos oriundos de New Jersey no se encontraran en algún momento ya que Springsteen sigue siendo una figura difícil de eludir y Antonoff, en los últimos años se ha forjado un nombre, sobretodo en la producción de los discos referentes de estrellas pop.
Si bien Antonoff no se ha deslumbrado por las grandes luminarias, Bleachers sí palidece a su sombra. Ya que, a pesar de lo distinta que pueda ser la música de Lorde o Taylor Swift, lograba transmitir su esencia, creando un sello reconocible, cosa que no vemos aquí. Como en “How Dare You Want More”, prácticamente un cover acompañado por la E Street Band, ineludible comparación por el sólo de saxofón.
A través de 10 tracks el disco nos muestra sus cartas, siendo prácticamente la misma mano en cada uno de ellos. Si bien hay temas que destacan como “91” con su grandilocuente sección de cuerdas, “Secret Life” una balada acústica que cuenta con un cameo (por no encontrar mejor termino) de Lana Del Rey y “Stop Making This Hurt” que nos muestra un esbozo de lo que este disco pretendió ser, al combinar el estilo indie del grupo con el sonido del rock clásico estadounidense. La carencia más grande del disco es la falta de un himno al cual asirse, esa canción que es un clásico inmediato y que es reproducida hasta el cansancio, es interpretada a todo pulmón en karaokes y coreada por miles de personas en estadios, esa que en los proyectos en los que ha colaborado Antonoff sí existe.