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Rough Trade Records / 2022
Lo humano en la música es irrepetible. Hoy día hay algoritmos que pueden hacer música e inteligencias artificiales que te pueden dar una pintura con una palabra o una frase. Pero la realidad es que los matices y los colores que te da el propio ser humano son irrepetibles. En la música está, por eso la gracia del error y la maravilla que hay en todo el caos. Black Midi se ha consolidado nuevamente como el claro ejemplo de eso con Hellfire, su tercer disco.
La joven banda vuelve al ruedo de la mano de Rough Trade Records para establecer un nuevo álbum que, aunque puede ser igual de complejo y extravagante que los anteriores, tiene mucho encanto y nos muestra la inteligencia musical y de discurso de la banda.
Apenas hace un año había llegado Cavalcade, un disco que parecía una especie de caos sistemático, mismo que se reflejaba en esa conexión para darle brillo a cada uno de los instrumentos.
Ahora, con Hellfire, parece que la agrupación toma un nuevo nivel en cuanto a lo complejo, pero también en lo escénico y por supuesto en el factor humano que no sigue algoritmos digitales, sino que se mueve por instinto, lo que le hace único.
Hellfire parece la constante persecución de algo, es como las escenas menos tranquilas de Birdman en las que no entiendes del todo que está pasando ni por qué, solo hay que seguir en camino. No importa ir lento ni rápido, lo que importa es ver que pasa, y si Hellfire logra atraparte en su universo, será una experiencia divertida.
Black Midi se mantiene fiel a su estilo en Hellfire. Es salvaje, juega con las disonancias y los compases poco comunes, hace movimientos musicales complejos y también juega mucho con lo escénico, como si se tratara de una ópera rock, y aquí viene lo más interesante del álbum, ya que -a diferencia de sus pasadas entregas- las ocho canciones de este álbum y sus dos transiciones suenan bastante unidas y parecen conformar un todo que es más que la suma de sus partes.
Hay distorsión, baterías muy atascadas, líneas de bajo a veces irreconocibles, una voz que suena alarmante y al mismo tiempo parece ser la narradora de todo el caos que hay en los oídos, pero sobre todo hay muchos cambios radicales en estructura y ritmo.
No es solo son cambios de ritmo, Hellfire está lleno de intervenciones de guitarras acústicas que calman todo el desastre y que de a poco generan misterio, eso se va consolidando como un sello del álbum, que ahora no se jacta de tantos riffs afilados, sino que son los remates de batería y los cantos los que toman la delantera.
Canciones como "Still", "Eat Men Eat" y "The Defence" muestran esta nueva cara de Black Midi, con un sentido casi teatral y al mismo tiempo con ambientes tranquilos, pero no por mucho tiempo.
Otros temas como "Sugar/Tzu", "Welcome To Hell" y "The Race Is About To Begin" apuestan por el caos y por aquel sello característico, aunque aparentemente perfeccionado de Black Midi.
El sentido teatral de Hellfire es sumamente interesante, ya que la agrupación logra clavar varios ambientes que pueden ir desde una pelea de box, una transmisión vieja en la radio y una guerra. Esto al final puede ser un recurso de las óperas rock, ya que de algún modo Hellfire ironiza mucho de lo que hay en el mundo, y a su modo es un álbum crítico.
Hellfire es un álbum lleno de recursos. Cuando parece que ya no hay nada que pueda sorprender al oído aparecen ritmos con influencias claras a distintos géneros musicales inspirados en las distorsiones. Cuando menos lo esperas puede llegar un ritmo punk; de repente pueden aparecer acordes menores similares a los que usaría una banda de metal, y cuando menos lo esperas las guitarras acústicas pueden sonar a música folk de los años setenta.
Estos recursos parecen ambiciosos, pero te juro que aunque no seas una persona que se fije en todos esos detalles puedes disfrutar del álbum. No se trata de entenderlo a fondo, sino de meterse en un caos mientras el resto del mundo musical ofrece canciones amigables y, de algún modo, predecibles.
Al final son todos los detalles los que hacen que nos preguntemos lo mismo de siempre con la música de Black Midi: ¿Cómo lo hacen?
Creo que esa pregunta es similar a cuando vemos iglesias barrocas o edificios futuristas que desafían lo que anteriormente habíamos visto. La magia de Hellfire es que sirve como un reflejo de todas esas obras que parecen imposibles, la diferencia es que se escucha y no se ve.
Lo que más me gusta de Black Midi es que, a diferencia de muchas bandas que tienen influencias del rock progresivo, no apuesta por esos paisajes psicodélicos, llenos de ritmos fluidos, teclados brillosos y voces celestiales. No. Hellfire y la demás discografía de Black Midi apuesta por el caos, por lo incansable y por esa suerte de violencia que trae consigo llevar las cosas al límite.
Da curiosidad como será ver a la banda en vivo para el Corona Capital sobre todo por la respuesta de la gente al escuchar algo como lo que viene en Hellfire. ¿Serán saltos y locura o será algo poco cómodo? Esperemos que sea lo primero, y que no haya prejuicio.
Hellfire fue producido por Marta Salogni, la mente maestra detrás de grandes álbumes de Björk, Frank Ocean, Bon Iver, Holly Herndon, Animal Collective entre muchos otros proyectos.
Te sugiero escuchar Hellfire si tienes ganas de saltar, de tirar energía o si vas en el transporte público y necesitas algo que te mantenga despierto. Black Midi es el ejemplo de que existen otros caminos en la música, y que estos pueden estar llenos de emoción.
Escucha Hellfire a continuación.