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One Little Independent Records / 2022
Tras más de 3 décadas de carrera ¿Cuál es el camino a seguir para un artista consagrado? Es una pregunta que, dependiendo el artista, es distinta la respuesta; en el caso de Björk el camino siempre ha sido uno que solo ella conoce y de vez en cuando nos deja ver. Tras más de un lustro de espera la islandesa entrega otra aventura única y al mismo tiempo continúa alejándose del pop y cada vez más comprometida al avant garde. De alguna manera con todo esto encima, a comparación de su ultimo trabajo está vez es mucho más accesible…a su modo. Fossora su decimo disco, es un álbum sobre el hogar, la familia y amigos, una micro ventana al universo de la islandesa.
Antes de seguir con la reseña debes saber que la misma artista admite ambigüedad en sus palabras al momento de describir su obra. Así que, similar a cuando dijo que Utopia (OLI, 2017) era su disco “tinder”, este trabajo no es el álbum para el club que había anunciado en un principio, tampoco es ese disco “tecno biológico” (lo que sea que eso signifique) que se dijo y el concepto de “hongos” es más de carácter simbólico. Más bien esta última palabra, es la excusa para hablar de alguien que crece en ambientes oscuros y sale avante ello.
Sónicamente el disco utiliza de nuevo la sección de vientos como estructura base de su sonido, los clarinetes (a cargo del sexteto Murmurí) específicamente del tipo bajo, se encuentran presentes en mayor o menor medida en cada una de las canciones. Los beats de acompañamiento están hechos por la islandesa, pero en esta ocasión tiene de invitado al dúo Gabber Modus Operandi, quien en 3 canciones pone las bases para los temas más bailables sin que ello sea una representación total de la placa.
Sin embargo, es de destacar el departamento de las letras, uno en el que la cantante ha tenido aciertos y errores durante la última década En esta ocasión la islandesa se escucha con menos restricciones, con una voz mucho más gruesa pero honesta y casi cruda. Esta sirve para hablar de la necesidad de conectar con el ser amado (“Atopos”), la construcción de un nuevo amor (“Ovule”) o el antes y después de la muerte de su madre en el sorprendente combo “Sorrofoul Soil” y “Ancestress”.
Pero es en la segunda parte dónde la productora entrega algunos de los mejores temas de su carrera y un combo de colaboraciones en dónde los invitados no se sienten lejanos a estás canciones, por el contrario, son parte del hogar de la compositora. Sindri e Isadora, hijos de la cantante, entregan sutiles pero contundentes participaciones vocales, evocando la herencia y el legado de su madre. Emilie Nicolas hace lo propio en “Allow”, mientras que Serpentwithfeet regresa para la divertida “Fungal City”.
“Victimhood” es uno de los puntos altos de este disco. Oscuro, macabro y con una voz casi susurrada la cantante analiza como el victimismo victima solo te hará caer en desgracia y no podrás cerrar el círculo de comunicación. Todo ello acompañado de una sección de vientos distorsionada, y una base que parece echa con un sintetizador muy básico, pero que simplemente es efectiva.
En el track que cierra el disco “Her Mother’s House”, Björk recibe de invitada a su hija y juntas evalúan como es el hogar ahora que ella abandonó “el nido”. En cada trabajo de la compositora es una habitación nueva que explorar, un nuevo detalle del enigmático espacio musical y personal que comparte en cada disco. Fossora es una nueva habitación, pero está vez, aunque parezca mentira, la islandesa se siente más humana que nunca. Tal vez hay momentos en los que no es necesario pensar demasiado las cosas, sobre todo cuando se sabe de qué es capaz uno, en su caso ella lo tiene más que claro.