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Columbia / 2016
Hablar de Beyoncé puramente en términos musicales ya es casi imposible sin tener que recurrir a su vida personal. Al igual que otros intérpretes pop, como Taylor Swift o Justin Bieber, el trasfondo con dramas maritales o frustración mediática no solo sirve de inspiración para el contenido lírico, sino como paleta sonora. Mientras que Bieber quiso orillarse al lado minimalista tipo The xx para sus recientes confesiones, y la señorita Swift ventiló sus inseguridades disfrazadas de un disco de pop ochentero, la Queen Bey se vale de un arsenal caleidoscópico de géneros, colaboradores y sampleos para detallar una supuesta infidelidad, cortesía de su marido y mogul del hip hop, Jay-Z. Lemonade, su sexto álbum de estudio, es abrumador en todos los sentidos si solo lo vemos en el plano de “música de despecho”, pero en realidad es más que eso.
Al escuchar entre líneas, sabemos que la tejana no sólo nos habla de una serie de anécdotas que terminarán siendo citadas en memes, cuentas de Tumblr o tatuajes inscritos en sus fieles seguidoras de "la colmena”. Lemonade habla del desgastante día a día físico y mental que sufren no solamente aquellos que llenan estadios, firman acuerdos lucrativos con refrescos o son rostros recurrentes en 9gag, sino también tu vecina, el primo de un amigo y hasta la tercera en discordia. Por supuesto que todas terminan siendo metáforas acusatorias que ponen en vergüenza a su cónyuge y a todo hombre -o mujer- que obstaculiza la felicidad bajo falsas pretensiones… La famosa “Becky with the good hair” en “Sorry” de la que tanto se ha hablado y presunta culpable de la crisis matrimonial de la pareja más poderosa de la industria musical.
Adicionalmente, Bey sabe que todos nos rodeamos de sonidos que provienen de distintas fuentes y estilos. Puedes ser un fan acérrimo de la electrónica y entrar a un mercado justo después de un truene donde te recibe el reguetón del puesto de la esquina: inmediatamente, el estado emocional se transforma. Sonoramente, Lemonade se trata de eso, de captar instancias e inseguridades en un momento donde tienes ganas de rockear o bailar pegadito cuando la ocasión realmente no lo amerita. ¿Te sientes vengativo? Deja que los riffs de Jack White te acompañen en “Don’t Hurt Yourself”. ¿La insuficiencia económica te lleva al homicidio? Los sampleos de “Walk On By” de Isaac Hayes y la urgencia de The Weeknd lo acentúan en “6 Inch”. ¿Los traumas paternales sólo se resuelven con sangre y country en el sur? Ahí está ese deleite campirano delicioso llamado “Daddy Lessons”. Al igual que en una zona de comida en un centro comercial, aquí hay algo para todos.
Sin embargo, las colaboraciones no aumentan meramente el factor estético del disco, son plan con maña. Si podrán notar en la lista de colaboradores -el ya mencionado White, Kendrick Lamar, James Blake, Ezra Koenig, Diplo, entre otros- verán que muchos de ellos forman parte de los equipos creativos e influyentes de los servicios de streaming más relevantes de hoy en día, entre ellos Tidal, la dicha y orgullo de Jay-Z. ¿Será una especie de cachetada con guante blanco gigante? ¿El mantener a tus amigos y enemigos cerca? Aquí es el punto cuando comprendemos que Lemonade no es ni un disco ni un concepto ni una estrategia mercadológica para fomentar la dignidad humana ante la adversidad, o para decir “suscríbanse a tal plataforma por $99 al mes”... Ok, sí es todo eso, pero es otra bestia mucho más cerebral y compleja. Es Beyoncé diciendo lo que es ser humano -masculino o femenino, soltero o casado, celebridad o vil mortal- en 2016.