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7
Capital Records / 2017
No es exageración decir que desde hace 3 años esperábamos material de Beck Hansen. Uno de los artistas más vanagloriados y seguidos de las últimas década es también uno de los más controversiales de la música alternativa. El que ha sido un héroe para muchos y charlatán para otros, nos sorprende un LP que dista mucho de Morning Phase, con el que ganó un Grammy en la categoría Mejor Disco por allá de 2014.
Su decimotercer álbum de estudio es también uno de los más completos. Con más de 36 meses de preparación y planeación, Colors es una muestra de porqué vale la pena esperar. Su faceta más pop se despliega en este record y no defrauda.
Empieza el viaje con el tema que titula al álbum y es una fiesta en sí misma, pero una fiesta que nos recuerda a adolescentes británicos en drogas y luces estrobo como un capitulo de Skins. Los coros del bridge nos hacen recordar a Friendly Fires y nos hacen sentir extrañeza cuando recordamos que quien está sonando es el californiano que alguna vez declaró que MTV lo hacía querer fumar crack. Le siguen “Seventh Heaven” y “I’m so free” que están llenos de una vibra de baile y fiesta, positivismo y melancolía en una misma dosis. Cada una en sí misma es una seducción de la despreocupación y la noche libre, un canto de juventud y barra libre.
Para la segunda parte vemos un Beck más ecléctico y plano, porque aunque trata de sorprendernos y hacernos ver una nueva faceta suena plano y redundante. “Dear Life” es Elliot Smith optimista, así de simple. Es una alegoría a la vida, pero deprime y te hace bajar la cabeza. “No Distraction” regresa a ser un hit para radio juvenil, ni más ni menos. Es un corte que recuerda a cualquier artista pop haciendo funk y suena forzado.
El resto del disco es una dosis que se repite y una fórmula que se perpetua en sí misma. Cada canción por separado es un intento frustrado de hacer algo que no ha hecho, pero que no termina de gestarse. Es Beck que trata de vendernos pop y ese es el problema. Al final el álbum como unidad funciona y es quizá el material más fácil de digerir que nos ha entregado el chico bonito y renegado de California.
Uno de los problemas es la producción tan elaborada, quizá mostrar temas más desnudos y evitar el uso de glitter y lúces de neón hubiese hecho del disco un material a la altura de sus primeras producciones.