10
Sub Pop / Arts & Crafts México / 2015
23/Oct/2015
De la forma más inesperada y al mismo tiempo precisa —como todas sus canciones—, Victoria Legrand y Alex Scally regresan para regalarnos una nueva producción a menos de dos meses de haber lanzado Depression Cherry. Hablamos de Thank Your Lucky Stars, que si bien se grabó en la misma sesión con la que dieron vida a su predecesora, su sonido e intención es completamente diferente.
De las peculiaridades de este disco está la portada, cuya protagonista es una niña que bien podría ser el personaje de todas y cada una de las historias relatadas en tercera persona bajo la reverberante y encantadora voz de Victoria, quien como siempre, logra transportar y darle matices a cada canción, como si ella fuera testigo de lo que le está y estará por suceder a ese ser que observa desde la distancia.
La combinación perfecta llega bajo los riffs y solos de Alex en la guitarra, quien pasa de ser el encargado de "amenizar" las canciones con su impresionante talento musical —como los años lo han demostrado—, a tomar la batuta y trabajar no al lado, sino con Victoria.
"All Your Yeahs" es una de las cartas fuertes del álbum; es de las que más cautiva al alma desde la primera escucha, pues con esos acordes Scally inicia para después darle paso a la interpretación de Legrand con la frase "Hush, don't you cry, in the next life". Una calma mezclada con la rareza en sí misma de la letra, que para la cuarta estrofa tiene líneas referentes a "dead flowers" y al no llorar en la vida después de la muerte. Pero mientras sientes que no hay esperanza y que la fuerza tiene que ser retomada, Legrand llega con su keyboard intensificado a la décima potencia para crear al lado de la guitarra de Alex y la batería, una complejidad lírica y emocional que atrapa de sobremanera.
El shoegaze de "Sparks" de Depression Cherry continúa con "One Thing", uno de los mejores momentos de Scally y su amada guitarra, pues de todo el disco, es la canción con la que realiza sus mejores solos; cosa que no habíamos escuchado antes. No así.
"Common Girl" bien puede rememorarnos a los fantasmas de los discos pasados de Beach House. Sin embargo, no deja de ser un pequeño dulce de matices que desde siempre nos ha venido ofreciendo la dupla de Baltimore.
Para "Elegy to the Void", el dúo tiene todavía más por mostrar al tomar control de su éxito y superar sus creaciones previas, pues Victoria, con su fina voz aunada a la de Alex, logra crear un ambiente de tranquilidad conforme escuchas la melodía. Es como si estuvieras en un jardín que alguna vez visitaste en algún sueño, y que conforme te adentras más en él, toda esa belleza termina regresándote al limbo de una realidad letárgica; todo ejecutado bajo los bien acertados carraspeos y distorsiones de la guitarra, y los ecos de la voz de Legrand.
El círculo se completa con "Rough Song" y "Somewhere Tonight", que más que dream pop, es un baile lento de antaño en el que Beach House evoca el romance de los días. Pasan de la fantasía a la memoria en ritmos que bien podrían sonar durante una escena de baile de graduación de una película americana; algo que jamás habían hecho, pero que siempre es bien recibido.
Aunque muchos criticaron la premura con la que se lanzó Thank Your Lucky Stars, lo bueno de lo inesperado es que para bien o para mal, te sorprende. Y en este caso, Victoria y Alex alcanzan el éxito de la mejor manera, con un material que se sale de lo ordinario para alcanzar lo extraordinario; que supera a sus antecesores y al mismo tiempo propone un toque novedoso a lo viejo, logrando así que jamás nos cansemos de escuchar esa peculiar atmósfera que Beach House ha tratado de perfeccionar con los años.
8
Columbia / Sony Music México / 2015
20/Oct/2015
Una tarde cualquiera del 2013, David Gilmour esperaba un tren en la estación de Aix-en-Provence —una comuna francesa ubicada en el sur del país—, cuando escuchó la melodía de la SNCF, la empresa pública de transporte ferroviario. Algo de esas cuatro notas que se repetían una y otra vez llamó su atención, por lo que decidió sacar el teléfono y grabarlas para no olvidarlas. Un tiempo después, el jingle publicitario que le había provocado ganas de bailar lo inspiró para componer Rattle That Lock, el tema que le da nombre a su primer disco de estudio en nueve años.
El cantar de los pájaros y un piano épico empiezan a preparar la atmósfera. A los pocos segundos, la Gibson Les Paul Gold Top de Gilmour se hace presente y comienza a puntear un solo con el estilo tan personal que lo caracteriza, mientras que una segunda guitarra toca un arpegio suave que le sirve de colchón. Si uno cierra los ojos puede imaginárselo arriba del escenario —parado, tranquilo, triunfante—, con el instrumento que lo consagró entre sus manos anunciando su regreso. Eso pasa en el inicio de la instrumental “5 A.M”, que sirve como carta de presentación y al final se desvanece en fade para darle lugar a “Rattle That Lock”, el corte de difusión en el que participa el coro de expresidarios Liberty Choir. Se trata de un grito de protesta contra la apatía que habla de lo bien que nos sentiríamos al enfrentarnos a las cosas, incluso aunque no tengamos éxito.
Después de escuchar “5.AM”, encontrarse con “Rattle That Lock” sorprende y provoca cierta desorientación, algo que ocurre varias veces al pasar de un track a otro. Gilmour se permitió juntar canciones de diferentes estilos y unirlas mediante el piano, la guitarra y su voz, pero por momentos eso no es suficiente y la conexión entre los temas se siente débil. Por otro lado, los puntos más altos se encuentran en algunas de esas piezas independientes que brillan por sí mismas como “Faces of Stone” —un vals melancólico que trata sobre el punto donde coinciden el final y el comienzo de la vida—, “The Girl In The Yellow Dress” —un acercamiento al jazz más puro, con Jools Holland en piano y un exquisito solo de saxo de Robert Wyatt—, y “In Any Tongue” , en donde Gilmour interpreta el mejor solo de guitarra de todo el álbum al estilo de “Comfortably Numb” en The Wall.
Otra vez, Gilmour volvió a hacer equipo con Phil Manzanera —encargado también de la coproduccción de On an Island (2006), su trabado anterior—, y con su esposa, la novelista Polly Samson, que escribió la letra de cinco canciones. Si bien los tres venían trabajando en este proyecto hace tiempo, su lanzamiento se tuvo que postergar para que pudieran concretar The Endless River (2014), la obra final de Pink Floyd, y un homenaje al tecladista del grupo, Richard Wright, a quien se vuelve a recordar en “A Boat Lies Waiting” de Rattle That Lock . Este tema —dueño de una textura sonora pinkfloydiana— cuenta con la colaboración de David Crosby y Graham Nash en voces, y tiene como protagonista a una grabación de Gilmour tocando el piano hace 18 años, en la que se puede escuchar a su hijo cuando era un bebe.
En el final, “And Then” —la segunda parte de “5 A.M”— cierra el disco con la misma eficacia con la que inicia, pero a esta altura del recorrido las expectativas no son las mismas. Rattle That Lock tiene lo suficiente para acercar a Gilmour a aquellos que no son fanáticos de sus trabajos anteriores, pero también para volver a traer al presente los mejores recuerdos de los seguidores más nostálgicos. Tal vez no logre conformar del todo pero hay algo que es seguro: tener a David Gilmour devuelta siempre es una buena noticia.
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