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Warp / 2019
No es fácil recuperarse de la salida de un miembro en una banda, pero Battles lo ha hecho notablemente bien ya dos veces. La última de esas “acrobacias” se llama Juice B Crypts, el cuarto álbum de la banda experimental, y uno que marca un abandono de la fórmula en varios sentidos.
Cuando hablo de una fórmula, no hablo de “verso-coro-verso-coro” o cualquier estructura similar. Después de todo, esta banda es reconocida precisamente por jamás haberse apegado a ese tipo de normas.
Sin embargo, para todos los lanzamiento previos a Juice B Crypts habían seguido un patrón más o menos igual; grabar ideas en sus estudios caseros y cuarto de ensayo, para luego recluirse en Machines With Magnets (un estudio en Pawtucket, Rhode Island) por meses hasta terminar el disco. Todo esto con los mismos ingenieros de sonido y produciendo ellos mismos.
Ante el anuncio de que Dave Konopka ya no seguiría en la banda debido a razones personales, hace poco más de un año, Ian Williams y John Stanier se volcaron un tiempo en sus vidas personales. Eventualmente su disquera empezó a presionar por el sucesor a La Di Da Di (2015), y el ahora dúo optó por solo seguir como pudieran, sin gastar tiempo en siquiera considerar agregar otros miembros o en tratar de replicar tal cual lo que hacían antes. Al más puro estilo math rock.
Con esa recién encontrada ligereza, la nueva alineación de Battles pudo abrirse a una nueva forma de hacer música. Para empezar, aceptaron trabajar con un productor esta vez. Chris Tabron, conocido por su trabajo con Beyoncé y Nicki Minaj (ok, ok… entre otros) quizás no era la opción esperada. No obstante, en entrevista para Indie Rocks!, John Stanier explicó que Chris los ayudó a trabajar más rápido que nunca y realmente ayudó hacer este disco con él en Nueva York.
Al tener todo eso en mente, contemplar Juice B Crypts resulta todavía más impresionante. Como cuando ves una escultora de mármol y sabes que no se hizo más que con un cincel y un martillo. Williams hace un muy buen trabajo en ocupar el espacio del bajo, la guitarra y los sintetizadores, valiéndose de un Elektron Octatrack para juntarlo todo. Mientras, Stanier está tan sólido como nunca y sus beats hacen que todo, por más cerebral que sea en algún plano, siga siendo bailable.
Además, al igual que la última vez que un miembro abandonó Battles, la banda encontró una frescura ilimitada en aceptar las colaboraciones de diversos vocalistas. Resulta un agasajo escuchar a Shabazz Palaces tirar rimas encima de la batería de Stanier y las capas que produce Williams en “IZM”, por ejemplo.
Dicho eso, las canciones instrumentales como “Fort Greene Park” son quizás el punto más fuerte de este disco. Para los escépticos y puristas de la banda, puede que este último punto sea lo que más hay que considerar para entrar a Juice B Crypts. Esto sigue siendo Battles, y habrá Battles para rato.