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Anticon / 2017
Una de las ventajas de ser un músico o cantante solista es que es más fácil mantener la cohesión de un estilo a lo largo del tiempo. A veces esto representa no salir de la zona de confort y aventurase a cosas nuevas, pero en otras ocasiones, se agradece que un artista mantenga la calidad de su personalidad creativa sin cambios drásticos. Y esto es algo que podemos aplaudirle a Baths, el nombre artístico del americano Will Wiesenfeld, quien por más de 10 años nos ha brindado música electrónica ligera y alegre.
Desde su opera prima Cerulean (2010) hasta su más reciente disco Romoplasm (2017) el concepto de Baths ha sido uniforme, y aun así, en su nuevo álbum se esfuerza por seguirnos brindando una buena experiencia. El estilo Baths consiste en componer canciones de electrónica con una gran variedad de samples y cambios de ritmos sorpresivos, creando texturas sumamente agradables para el oído.
Romoplasm es un disco positivo, que evoca una fantasía dentro de una selva desconocida y lista por explorar. La aventura la iniciamos con “Yeoman”, canción bastante suave con unos sintetizadores pegajosos y juguetones. Sigue “Extrasolar” con unos ritmos entrecortados y una flauta a contratiempo, que se empalman con varias capas de Wiesenfeld cantando.
Uno de los aciertos de este álbum, es que pese a las limitaciones del propio estilo de Wiesenfeld y su modesta capacidad vocal, logra crear un material que no cae en la monotonía. Las piezas tienen las suficientes variaciones para crear un disco lo suficientemente interesante y sofisticado, incluso para escucharse varias veces. Esto lo podemos ver desde la pausada y evocativa “Human Bog”, pasando por la acelerada “Adam Copies”, o la misteriosa “Lev”.
De igual forma, los samples que usa Wiesenfeld asemejan a la música retro de videojuegos, lo cual presenta una estética puede ser muy atractiva para algunos. Como lo podemos apreciar claramente en canciones como “Out”, “Superstructure” o “Broadback”, en las que también se aprovecha de un estilo glitch, en donde produce abruptos cortes en la música. La joya del álbum considero que es “I Form”, una pieza que tiene la mejor progresión y composición musical, sobresaliendo de las demás con una melodía pegajosa que quedará grabada en tus oídos por horas o días.
En general, Romaplasm es un álbum altamente recomendable para los que gustan de este tipo de música y sobre todo para los fans de Baths, ya que muestra un esfuerzo por superar al disco anterior, Obsidian (2013). Esperemos que Will Wiesenfeld siga produciendo este tipo de música, que es capaz de levantarnos el espíritu y brindarnos una perspectiva optimista de la vida.