8
Parlophone / 2016
11/Jul/2016
La emoción que toda persona debe sentir al escuchar “Hasta que la muerte los separe” debe ser indescriptible, pero ¿qué ocurre cuando esta trágica profecía se cumple antes de su unión? Esta es la interrogante sobre la cual se desenvuelve el cuarto álbum de estudio The Bride de Bat For Lashes.
En este disco, se explora hasta el más íntimo pensamiento que se te pueda ocurrir, el más espiritual o el más triste, cualquiera de los anteriores a través del personaje que Khan nos presenta.
La melodía “I Do”, sirve para contextualizar la historia de una futura novia ilusionada con la felicidad que traerá el matrimonio a su vida. El arpa casi de ensueño puede transmitirnos el entusiasmo que siente previo al enlace. Más adelante en “In God’s House” –una de la canciones que más resalta–, la utopía imaginada comienza a ser menguada por la sombra de una terrible premonición, confirmada por la noticia de que su prometido, Joe, falleció. Para cuando llegamos a “Sunday Love”, el personaje principal de esta trágica historia se encuentra en una de las mayores crisis en la trama pues ella embarca un viaje por su cuenta después de enterarse de lo ocurrido para más tarde pasar su luna de miel en solitario.
Los conflictos que trae consigo la negación al haber perdido a un ser amado comienzan visibles en “Never Forgive The Angeles”, dónde se hace evidente la desolación que siente la novia después de que le arrebataron su final feliz, sin embargo, más calmada en “Close Encounters” podemos notar que su amor, iba más allá de lo terrenal. Después de un tiempo, llega la asimilación en “If I Knew”. La novia agradece a Joe por haber llegado en el momento perfecto y por lo momentos buenos y malos en los que él la ayudo a encontrar la luz. Es así como se da cuenta que su vida debe continuar y en “I Will Love Again” decide regresar a casa.
A pesar de que The Bride es un álbum que gira alrededor de una misma circunstancia, hay algunas canciones que pueden ser interpretadas desde diferentes perspectivas y esto se lo podemos atribuir a las destrezas de Khan a la hora de escribir. Lo que nos resulta ajeno, es quizá la falta de melodías fuertes y poderosas que hemos disfrutado hasta el cansancio en sus entregas pasadas, como “What’s a Girl To Do?”, o la pegadiza “Daniel” o la exquisita balada “Laura”.
No obstante, tampoco podemos dejar de lado la evidente evolución, tanto musical como lírica, que ha tenido Bat For Lashes, pues ya hace diez años que llegó Fur And Gold y después le siguieron el nominado al Mercury Prize de 2009, Two Suns y el aclamado The Haunted Man con el que consolidó ante la crítica su talento como cantante y compositora.
En conclusión, The Bride es el claro ejemplo de la habilidad de Natasha Khan de crear escenarios imaginarios y transportarlos de la mejor manera a los terrenos musicales para transmitirnos lo que el personaje en turno esta sintiendo en ese momento, y eso es algo que a muchos en este tiempo les cuesta trabajo hacer.
6
Capitol / 2016
08/Jul/2016
The Ride es el título del segundo disco de Catfish and the Bottlemen, cuarteto galés que busca el trono del rock británico –aunque se ve lejano–. Este nuevo y esperado material cuenta con 11 tracks entre los que hay ciertos chispazos y buenos momentos pero en general se mantiene en un mismo nivel –el cual, por cierto, no es muy alto–.
Dicho lo anterior, no hace falta describir canción por canción, pues el sonido es prácticamente el mismo en todos los temas: indie rock pop simple y fácil, una mezcla –de mucho menor calidad– entre The Kooks y Two Door Cinema Club. Guitarras melódicas, ritmos concisos y estructuras verso-coro-verso. Logran sobresalir del resto –por poco– el track inicial llamado “7”; “Twice” que incluso tiene el mismo intro que su éxito más grande “Cocoon”; “Red” y “Outside”.
Lo anterior se debe a que en el intento de dar un paso gigante en la búsqueda de hacer valer el título de the next big thing en el rock británico, cuidaron de más su sonido, se aferraron a una formula que les diera un mayor éxito comercial. A diferencia de su anterior trabajo, The Ride se siente plano y sin actitud, o mejor dicho, con una actitud bastante plástica.
The Ride no es un buen disco, y no, tampoco es un mal disco, pero lo que sí es, es el retrato de la música actual. ¿Cómo es esto? Fácil: bandas con el sonido y con la calidad de Catfish and the Bottlemen hubo a chorros en la década pasada, todas se extinguieron o jamás prosperaron, algunas a lo mucho lograron colocar algún éxito en series de televisión del tipo Grey’s Anatomy pero hasta ahí. Ninguna fue recibida como estos británicos, a ninguna la compararon con Oasis o Arctic Monkeys, a ninguna quisieron colocarle a fuerza el título de "el futuro de la música británica".
Esto no es culpa de ellos, es culpa de la “escena” actual en la que es rarísimo ver a una banda que desfachatadamente haga rock y use guitarras, sin pretensiones. Pero lo que sí es culpa de la banda, es que ya van dos discos y no han logrado crear un himno que corresponda con todo el hype que han generado. También es culpa de la banda haber creado un disco tan mediano, tan mediocre.
Como ya lo dije, no es un disco malo, pero tampoco es un disco bueno, y aunque seguramente después de escucharlo una vez jamás lo pondrás de nuevo, es de agradecer que bandas nuevas vuelvan a ese clásico sonido inglés, guitarrero, con esa actitud callejera –aunque les salga bastante cursi y ñoña–. Ojalá para su tercer disco logren madurez musical y llegar alto, pero por hacer grandes cosas, no por ser los “menos peores”.
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